Comercio de mujeres. Otro tipo de crimen

Publicado en Criminología

Comercio de mujeres. Otro tipo de crimen

Suponga que en el Aviso de Ocasión de algún diario encontrara un anuncio como el siguiente:

Lo menos que podría pensar es que se trata de algo ilegal, además de aberrante. ¿A quién en su sano juicio se le ocurriría pensar que se puede poner en venta una niña? Subasta al mejor postor. Barbaridad extrema en la que, a un endeble destino de vida, se le pone un precio sujeto a negociación.

.....Esto que en el México urbano actual es inconcebible, continúa siendo práctica frecuente entre comunidades aisladas y marginadas como lo son algunas de las indígenas. Matrimonios o emparejamientos concertados que forman parte de los “usos y costumbres” y que en una visión simplista se les puede satanizar sin más, pero que en el pasado —y aún ahora tal vez— respondían a una lógica de supervivencia.

Los matrimonios concertados

Arreglar y pactar la unión ente un hombre y una mujer fue práctica corriente en todo el mundo. Baste recordar cómo los miembros de la nobleza establecen alianzas a través de matrimonios por conveniencia y, de esa forma, consolidaban territorios, poder, riqueza y eventualmente mantenían la paz.

.....En las comunidades aisladas fue y es en muchos casos todavía una estrategia de supervivencia que hoy día parece caduca y tremendamente injusta, al menos para aquellas mujeres que no están dispuestas a someterse a aquello que por usos y costumbres terminó por convertirse en una suerte de ley.

Un ejemplo

Existen comunidades indígenas donde el varón, literalmente compra o propone un trueque para hacerse de una mujer. El objetivo masculino es el de acompañarse los días y las noches, procrear hijos, obtener ayuda en el trabajo productivo que proveerá el sustento y, por si fuera poco, satisfacer sus necesidades domésticas básicas. El propósito de la mujer poco importa, es irrelevante en una sociedad tradicional en exceso.

.....El conocimiento previo de la pareja potencial no es en realidad un requisito, mucho menos la existencia de vínculos afectivos o la simple atracción. Al menos esto no cuenta desde la perspectiva de los varones. El asunto es fundamentalmente pragmático.

.....El precio que ha de ser pagado o la mercancía que se ofrece —equivalente al “valor” de la mujer— es de lo más variable, dependiendo de la comunidad y su aislamiento. En una lógica estrictamente económica, al menos deberá cubrir los costos de manutención y crianza, pero además tendrá que compensar el beneficio que significa la mano de obra representada por ese integrante de la familia que al irse, dejará de aportar al núcleo familiar. Unos cuantos miles de pesos, un burro o algunos implementos agrícolas podrían considerarse como la justa retribución.

.....La única constante es que la mujer no participa en la toma de las decisiones que habrán de marcar nueves rutas a su vida.

¿Cómo es que nacieron estas costumbres?

Hoy día sería fácil calificar estos comportamientos como bárbaros, machistas, autoritarios, atávicos, arbitrarios, injustos y producto de la ignorancia. Nada más alejado de ello, tuvieron una lógica que, desafortunadamente, en algunos casos, sigue siendo vigente a causa de la marginación, el aislamiento y el olvido social.

.....En sitios que no tienen acceso a servicios elementales como el agua potable, la luz, el drenaje o los servicios médicos, y donde además la pobreza deja su impronta a través de distintos niveles de desnutrición, la mortalidad infantil suelen ser bastante mayor con respecto a los estándares nacionales.

.....Éste es un elemento fundamental, ya que la economía campesina en buena parte se sustenta en la reproducción de la mano de obra familiar. En una paradoja, más bocas qué alimentar en medio de la pobreza, pero que eventualmente, en cuanto estén en condiciones de trabajar, contribuirán a mejorar las condiciones del grupo cuando puedan producir lo necesario para sí mismos y dejar un ligero excedente para los demás familiares.
Así, pues, tener muchos hijos y comenzar a tenerlos lo antes posible se convierte en una prioridad, ya que no todos llegarán a la edad adulta.

.....Hay también un elemento biológico de lo más elemental: el riesgo de la consanguinidad. Pensemos en pequeños caseríos con un alto grado de lejanía y aislamiento. Es evidente que con el transcurso de los siglos, los niveles de parentesco sean más o menos elevados entre los habitantes de las cercanías. Quien no es sobrino, será primo en primero, segundo o algún otro grado. Grave riesgo, al incrementarse las posibilidades de que aparezcan características recesivas —no favorables—, que por lo general se mantienen sin manifestarse cuando las parejas pertenecen a líneas familiares distintas. Tan sólo para ejemplificar, recuerde la alta incidencia de hemofilia 1 entre algunas familias de la realeza europea.2

.....Como podrá suponerse, viajar a comunidades lejanas para conocer a una mujer e iniciar un proceso más o menos largo de cortejo y enamoramiento, no resulta práctico ni posible. Menos cuando hay recursos económicos limitados y además ha de atenderse el patrimonio que generará el sustento cotidiano. Efectuar el viaje tan sólo para pactar la adquisición de la mujer se constituyó como una práctica altamente eficiente.

(1) La hemofilia es una enfermedad que se caracteriza por la dificultad para que la sangre coagule. Su transmisión es hereditaria a través del cromosoma X.
(2) La reina Victoria de Inglaterra transmitió el gene responsable a sus hijas y ellas a su vez, al tener hijos varones, extendieron la hemofilia a la nobleza rusa y española.

¿Cómo se rompe la cadena?

Visto a partir de los argumentos previos, comprar una mujer o negociarla bajo las circunstancias descritas, deja de ser un acto de barbarie. Hay razones y tienen una contundencia lógica que quizá no nos guste desde los referentes del entorno en que nos ha tocado vivir, pero que en algún momento fue necesidad real para las personas que hicieron de esto, parte de sus “usos y costumbres”.

.....Hay, sin embargo, circunstancias que cambian. Paulatinamente se va teniendo acceso a servicios que modifican —de manera directa o indirecta— las condiciones de vida comunitarias.

.....Prescribir, sancionar o prohibir la práctica desde fuera, y sin considerar los elementos contextuales, podría no ser una buena idea. Además de la poca efectividad de la medida inhibitoria cuando la gente no está convencida de la necesidad de un cambio, la resistencia que generará el trastrocamiento de una forma de vida posiblemente ocasione la radicalización de posturas.

.....¿Qué pasa cuando alguien no quiere someterse a los usos y costumbres? Pensemos en una jovencita que, por las razones que sean, aspirara a una vida distinta. Por ejemplo, estudiar, postergar el nacimiento de su primer hijo o simplemente simpatizar con la idea de un matrimonio por amor.

.....¿Qué alternativa ofrecemos si como sociedad no damos nada a cambio, como no sea la reprobación de la tradición?

.....Condenaríamos a esa muchacha —aun sin desearlo nosotros— a soportar el sometimiento ejercido con una fuerza mayor ante su rebeldía o a ser víctima de la exclusión comunitaria con todas las consecuencias aparejadas, en virtud de una vulnerabilidad incrementada por juventud, pobreza y falta de preparación.

.....Hay por delante un proceso educativo y concientizador, sin duda, pero además deben estar a mano las alternativas específicas que amortigüen los efectos individuales y sociales que necesariamente acarrea cualquier cambio. Así, pues, trabajar por equidad de género no es sólo cuestión de buenas intenciones, discursos y el anatema de la tradición. Requiere también de las políticas públicas, acciones específicas y oportunidades viables que sustenten la transformación. Educar es lo primero.


Fuente de nota:

http://sepiensa.org.mx/contenidos/2006/f_mujerventa/mujerventa1.html

FACEBOOCK