La prostitución. Ensayo inédito

Publicado en Criminología

La prostitución. Ensayo inédito

VERDADES PUNZANTES

LA PROSTITUCIÓN

L A P R O S T I T U C I Ó N femenina es una delincuencia aceptada por la sociedad. Las prostitutas son necesarias, como las bacterias que pululan en la piel, para defendernos de peores males. Pierre Dufour aclara: “La religión prohibe la prostitución, la moral la reprueba, pero la ley la autoriza" La prostitución, mal necesario, ha recibido hasta el apoyo de San Agustín, quien dijo: “Apartad a las prostitutas de la vida humana y llenaréis el mundo de lujuria”.

Las normas de nuestra sociedad requieren un cierto número de prostitutas, pues hasta ahora no se ha encontrado solución para las necesidades psicosexuales de los varones, para sus conflictos entre sexo, edad, matrimonio, recursos económicos y otras alteraciones. Y esas mujeres que se entregan en forma efímera y por dinero, satisfacen las exigencias sexuales de los hombres. Las prostitutas, consideradas por muchos como delincuentes salvadoras, han recibido en Inglaterra un lindo nombre médico-científico “terapistas sexuales”. Y la prostituta inglesa Helen Buckingham, que ha luchado para reformar las Leyes de la Prostitución de su país ha explicado: “Las prostitutas juegan un papel importante y la sociedad debería reconocerlo. Hay suficientes evidencias en nuestra época de que la gente necesita sexo. Podemos dar una lista de personajes importantes que recurren a los prostíbulos cuando están demasiado tensos”.

El ginecólogo-sexólogo chileno, doctor Osvaldo Quijada apunta: “La prostitución ha existido en todos los tiempos, niveles y culturas. Con libreta y sin libreta. Y nunca - en ningún país - han “podido erradicarla”. Refiriéndose a los habitantes de Babilonia, el historiador latino Quinto Curcio ha dicho: “No había nada en el mundo más corrompido que aquel pueblo; nada más hábil o entendido en el arte de los placeres sensuales; los padres permitían que sus hijas se prostituyeran por el dinero de sus huéspedes y los maridos no eran menos indulgentes en este punto respecto de sus mujeres”.

Históricamente, entre las formas de prostitución se sabe que se practicaba la

prostitución hospitalaria, que significaba atender  bien a los huéspedes, a los visitantes, y la prostitución sagrada, el culto pagano de ofrecer a los dioses la entrega de la mujer.

La prostituta de nuestras calles, de nuestros burdeles no pertenece a esas categorías hospitalarias y sagradas que en señalados lugares de la tierra, en otras épocas vendieron su cuerpo inducidas por la obediencia a mandatos ineludibles.

Por los que no aceptan ni justifican la prostitución, habla hoy el médico ingles John Drew: “La prostitución es casi tan antigua como la especie humana; fundándonos en nuestra experiencia como médicos oficiales de una clínica de enfermedades venéreas durante algunos años, llegamos a la conclusión de que la prostituta es a menudo más corrompida que corruptora. Muchas mujeres son conducidas a la prostitución seducidas con engaño, que en otras esferas de la conducta humana hubieran caído bajo el rigor de la ley o hubiera merecido la condena unánime de la sociedad”. “La presente actitud oficial parecería admitir que la prostitución es inmoral, y que la prostituta es una persona frívola echada a perder, por consiguiente ésta y su comercio deben ser ignorados. Admitir su presencia inextirpable tal y como existe hoy día, fundándose era razones de salud, sería perdonar o aún alentar la inmoralidad”.

El doctor J. W. Groothuyse, médico holandés que escribió una tesis sobre la prostitución para la Universidad de Utrecht y que vivió más de quince años en un barrio de prostitutas de Amsterdam dice que las prostitutas desarrollan un comercio que requiere poca práctica y poca teoría. Sostiene, además, que a lo que más teme la prostituta es verse envuelta en un romance con uno de sus clientes. Por este motivo tratan de no tener clientes permanentes.

¿Desprecia la prostituta su profesión? Al parecer no. La encuentra justificable y necesaria y no realiza esfuerzo alguno para abandonarla. Es muy difícil rescatar prostitutas.

¿Motivos para ser prostituta? Ellas cuentan historias míticas sobre la razón de haber llegado a esto. Pocas veces confirman que una amiga proxeneta la estimuló a esa clase de vida. Las razones de la prostitución son entre otras: retraso mental, forma fácil y en cierto modo ociosa de ganar dinero, amoralidad o inmoralidad. Entre los motivos inductores cabe el disfrute sexual, la debilidad de afrontamiento ante corruptores y explotadores (que bien pueden ser sus familiares), ansias de huir de situaciones detestables: pobreza, hambre, tedio.

El filósofo y matemático inglés Bertrand Russell (1872-1970) reflexiona: “ La prostitución es una clase de vida indeseable. Es un comercio peligroso. Es ociosa. La prostituta es generalmente despreciada y piensan mal de ella hasta sus clientes. Es una vida en contra del instinto, tan en contra del instinto como la de la monja. Es una carrera extraordinariamente indeseable”.

La prostituta es solamente presencia. Desaparece más allá del momento en que se está con ella. En nadie se proyecta. Nadie la piensa. Quién es solamente presencia es nadie, es nada. Las prostitutas reciben el semen que al hombre le sobra. Pueden quedar en su compañero de lecho por un mal venéreo, pero no en un alma, no en la gestación de otra vida. Lejos están de las mujeres que sobreviven, se proyectan sobre sus hijos, sobre su familia, sobre alguien que tenga más permanencia y cercanía.

Los lupanares, los lenocinios, no son los únicos sitios donde ganan dinero las vendedoras de placer. Privadamente las “damas-prostitutas” se dan en las triunfadoras del cine, el teatro, el arte, la política, la televisión, mujeres que logran prestigio, altos puestos, intelectuales que justifican sus entregas sexuales por razones para ellas valederas, son disimuladas prostitutas. La mujer que vende su cuerpo a quienes la favorecen para sus logros, que jamás hubieran tenido sin ese fácil recurso. Tampoco cabe duda de la enorme culpabilidad del hombre corruptor, que incrementa la infidelidad de las casadas, que fomenta libertades sexuales, que soborna, da empleos, triunfos a quienes se le entregan. Y toda mujer que se vende por vestidos, joyas, automóviles, viajes, por triunfos espúreos, practica lo denigrante de un delito. Si el acto sexual tiene una tarifa y se va escalonando con diversos hombres se es prostituta.

La criminalidad femenina y la delincuencia juvenil han aumentado en el mundo. Los móviles más corrientes eran el amor y la ambición. Las mujeres de hoy son capaces de usar metralletas, de colocar bombas incendiarias, llevar a cabo secuestros, sembrar el terror en los aviones, matar, robar, estafar, traficar con drogas. Para las enumeradas fechorías siempre están los “amigos”. Se trata de mujeres dirigidas, En el asesinato de la actriz Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polansky, sonado crimen colectivo, algunas de las culpables fueron mujeres. Eran integrantes del “clan” Charles Mason, un diabólico conductor de mentes.

En una serie de actos punibles cometidos por mujeres, la justicia esgrime valederos atenuantes. En otros, el adulterio por ejemplo, la mujer es culpable mayor ¿ por qué?, porque como alega el criminalista Víctor Barahona: “será necesario mantener algunas diferencias de penalidad en la configuración del delito, ya que la mujer comete un delito más grave al introducir un elemento extraño a la familia”. Se sobreentiende que es la adúltera preñada en su relación ilícita.

Las que se saben putañas y las que creen que no lo son, en el sigilo de sus causas proceden tangentemente con indigencia moral.

 

Fuente de artí­culo: http://www.pepitaturina.cl/obras/verdadespunzantes/3laprostituci%F3n.html

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