Los asesinos seriales, reflejo de la descomposición social
Los asesinos seriales, reflejo de la descomposición social
Desde Jack El Destripador; asta La Mataviejitas y El Sádico ¬ este último que asesinaba a homosexuales ¬son individuos con trastornos de personalidad que durante su infancia no lograron introyectar valores, reglas y normas de convivencia social y sufrieron algún tipo de abuso, que no sólo no fue superado sino que evolucionó hasta que un incidente en la etapa adulta logró sacarlo a flote de manera violenta.
Y es que la descomposición social ¬reflejada por la ausencia de alguno de los padres en el hogar, el deslinde de responsabilidad hacia los abuelos para educar a los nietos, la falta de educación, la pérdida de valores, la drogadicción y la violencia intrafamiliar¬ dal como resultado la presencia de asesinos seriales.
Juana Barraza, la ya famosa Mataviejitas, a los 12 años fue regalada por su madre a un hombre que la violó y embarazó. Al hijo de ambos, José Enrique, lo mataron con un bat de béisbol cuando cumplió 24 años. Quizás de ahí su coraje contra las mujeres de la tercera edad, a quines, dice, odiaba cuando veía que su dinero podía humillarla.
Raúl Osiel Marroquín Reyes. Alias El Sádico, ex sargento primero, dedicado a matar homosexuales, estuvo cuatro años y siete meses en el Ejército mexicano, uno de ellos como cadete en la Escuela Médico Militar en Tamaulipas; después de causar baja se dedicó al robo con violencia, por el que fue a prisión en mayo de 2004 a agosto de 2005 y al salir decidió viajar a la Ciudad de México, donde inició sus crímenes. Dice que jamás sufrió ningún tipo de violencia y que no es homosexual ni homo fóbico, pero su actitud refleja lo contrario.
Perfil de asesino serial.
Lucio Cárdenas Rodríguez, profesor-investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM, en entrevista con Siempre!, señala que hay que distinguir entre un asesino serial y un asesino múltiple.
De acuerdo a algunas definiciones policíacas de asesinos en serie, para pertenecer a esta categoría hay que ser victimario de mínimo tres personas vulnerables y desconocidas, con un periodo estable entre cada asesinato, que rara vez es motivado por algo material.
La victima o la forma de asesinarla pueden tener un significado simbólico para el criminal, lo cual, finalmente, ayudará a predecir el próximo “golpe” de l homicida.
Teniendo las bases claras, se puede empezar una ficha técnica para organizar y analizar los datos a medida que van llegando.
“Cuando se describe a un asesino serial ¬dice Cárdenas Rodríguez se habla de personas que tienen algún tipo de problemática desde el punto de vista psicológico, algún trastorno de personalidad antisocial. Las causas son variadas, estamos hablando de personas que en su infancia no sólo no aprendieron valores, reglas, normas de convivencia, sino que no superaron problemáticas, mismas que se van agudizando para manifestarse en la edad adulta”.
“En el caso de La Mataviejitas ¬agrega Manuel Gonzáles OScoy, profesor investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM, en entrevista con Siempre!¬ encontramos que durante su infancia sufrió de abuso sexual y abandono. Lo que podría reflejarse mediante el mecanismo psicológico y psicoanalítico de la transferencia. Transportaba sus emociones de rencor, de enojo, de venganza hacia su madre, a personas que de alguna manera se la recordaban”.
Aunque en el caso del asesino de los gays, éste rechazaba cualquier tipo de abuso, como si tuviera conocimiento de causa, los hechos demuestran lo contrario.
En ambos casos está presente el aprendizaje de la agresión. Tanto ella, que se desempeñaba como luchadora en los cuadriláteros, como él, que era miembro del ejercito mexicano, tenían experiencia para sacar su agresión de una manera aceptada e impune, e incluso hasta recompensada, en el primer caso en el reconocimiento del público, en el segundo, con el reconocimiento del deber cumplido como militar.
Y es que los asesinos seriales tienen tendencia a pertenecer a instituciones que representa la autoridad, como la policía, el Ejército o a agencias de seguridad privada. Ejemplo de ello son Bianchi y Buono, conocidos como Los Asesinos de la Colina, quienes se disfrazaban de policias para tener fácil acceso a las víctimas.
Gonzales Oscoy reconoce que es casi imposible reconocer a un asesino en serie en la sociedad, pues tienen la capacidad de dividir su yo consciente de inconsciente, pueden mantenerse calmados e inclusive ser carismáticos. En el caso de La Mataviejitas, sus hijos no sabían a lo que se dedicaba.
Modus operandi
Según su modus operandi el asesino puede clasificarse como organizado: un hombre metódico que planifica cuidadosamente sus crímenes, acecha la presa, escoge su arma predilecta y comete el asesinato de manera lenta. Y el desorganizado, que está dominado por impulsos súbitos: elige a sus victimas espontáneamente, las domina y las mata con cualquier arma que esté a su alcance. En el primer caso se encuentra El Sádico; en el segundo, La Mataviejitas.
Raúl Osiel Marroquín Reyes, alias El Sádico, de 25 años de edad, quien cree haberle hecho un bien a la sociedad matando homosexuales, frecuentaba la Zona Rosa, donde jóvenes gays los abordaban; Marroquín Reyes los invitaba a su departamento, junto con un cómplice los secuestraba y, después de recibir el pago del rescate, los asesinaba. Hasta el momento de su aprehensión había perpetrado seis secuestros. Su objetivo era perfeccionar su técnica para tener víctimas con más dinero e ir ascendiendo y tener mas ganancias. Este caso es más preocupante que el de La Dama del Silencio, dice Gonzáles Oscoy, por que ahí ya hay una planeación del ilícito e incluso la aspiración a perfeccionar la técnica.
En el caso de Juana Barraza se inscribe en el de los asesinos seriales que eligen a sus victimas espontáneamente, de ahí que el objeto con el que les quitaba la vida era una media o una mascada o lo que tuviera a la mano. Quizás, dice el investigador, ella no pensaba matar, el deseo venía de alguna actitud que asumían sus victimas.
En ambos casos, el móvil no era monetario, pues en cuanto se hubiera robado u obtenido el rescate, dependiendo del caso, se hubiese liberado a la víctima. Sin embargo, el fin último era matar e incluso se podría pensar que el robo era una ganancia secundaria.
Un imitador
Lucio Cárdenas comenta que en el caso de La Mataviejitas puede haber un imitador, ya que en varios crímenes no se han encontrado sus huellas, e incluso La Dama del Silencio ha reconocido su participación sólo en algunos.
Coincidió con Gonzáles OScoy en el sentido de que de haber imitadores, éstos pueden replegarse, manteniéndose inactivos, para luego salir a cometer el mismo tipo de crímenes. Sin embargo, para saberlo se deberá esperar algún tiempo.
Perfil de la victima
Según algunos psicólogos, cada asesino en serie tiene un estereotipo de víctima definida. Cualquiera cuya muerte le produzca el máximo placer, no sin antes torturarla por varios días con un extraño sentido de la personalidad de acabar con aquella parte de su inconsciente que odia.
“De ahí ¬dice Lucio Cárdenas, a pesar de que El Sádico dice no ser homosexual ni homo fóbico, tal pareciera que tiene algún tipo de problema sexual y de alguna manera está tratando de sacudirse”.
Sus declaraciones van en ese sentido, al decir que hacia un bien a la sociedad, “pues esta gente hace que se malee la infancia” o al señalar que laguna de las víctimas tenían sida.
CARDENAS RODRIGUEZ Y GONZALES OSCOY/Psicologos