La perfilación criminal

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La perfilación criminal

"Si quieres comprender al artista, contempla su obra"

En el año 1956, un terrorista apodado "Mad Bomber" (el Dinamitero Loco) mantenía aterrorizada la ciudad de Nueva York tras haber colocado un total de treinta y dos paquetes con explosivos. Habían pasado ocho años desde la primera explosión y las fuerzas de seguridad no tenían claros indicios sobre el autor de los atentados, hasta que un psiquiatra de barrio llamado James A. Brussel les puso sobre la pista.

El experto, tras revisar minuciosamente las fotos de los lugares afectados y las cartas que el terrorista enviaba a los periódicos observó unas pautas de conducta determinadas que le permitieron concluir, entre otras cosas, que el criminal era un inmigrante de la Europa Oriental, de unos cuarenta años, que posiblemente vivía con su madre en una ciudad de Connecticut. El psiquiatra aclaró que el hombre era muy pulcro, y dedujo, por la escritura de los anónimos manuscritos, que debía tratarse de un paranoico que adoraba de manera obsesiva a su madre y que odiaba a su padre. Al final de la descripción, Brussel recomendaba: "Busquen a un hombre de complexión mediana y edad madura, nacido en el extranjero. Es católico y soltero, y vive con su madre."

Ciertas alusiones de las cartas hacían suponer que el dinamitero podía ser un empleado o ex empleado descontento de la compañía que suministraba energía eléctrica a la ciudad. Al comparar la descripción preparada por Brussel con los archivos de personal de la empresa, la policía dio con el nombre de George Metesky, quien había trabajado allí antes de los atentados y luego se había ido a Waterbury, Connecticut.

Ciertas alusiones de las cartas hacían suponer que el dinamitero podía ser un empleado o ex empleado descontento de la compañía que suministraba energía eléctrica a la ciudad. Al comparar la descripción preparada por Brussel con los archivos de personal de la empresa, la policía dio con el nombre de George Metesky, quien había trabajado allí antes de los atentados y luego se había ido a Waterbury, Connecticut.

Cuando fueron a hacer la detención, los agentes se encontraron ante un individuo de edad madura, nacido en el extranjero, católico y soltero. La única discrepancia con respecto a la descripción era que vivía con dos hermanas solteras.El doctor Brussel explicó, que el trabajo normal de un psiquiatra consiste en examinar a un individuo y, partiendo del examen, inferir cómo se comportará en determinadas situaciones. Para poder llegar a sus sorprendentes conclusiones simplemente siguió el proceso inverso: deducir la personalidad del individuo partiendo de sus actos.

Se puede decir que estos fueron los inicios de lo que hoy se conoce como perfilación criminal, un arte que más adelante permitiría establecer los retratos psicológicos de distintos tipos de criminales: asesinos, secuestradores, terroristas, violadores, pedófilos y pirómanos, a partir de detalles aparentemente triviales.

En realidad, no fue hasta principios de los años 80 cuando esta técnica empezó a ser utilizada en los Estados Unidos como una eficaz ayuda en la investigación criminal. Por aquel entonces no se hacía una clara distinción entre los distintos tipos de criminales, y mucho menos desde un punto de vista psicológico. La mayoría de los cuerpos de seguridad dejaban ese papel a otros profesionales como sociólogos o trabajadores sociales, sirviéndose como disculpa que la única misión de la policía era únicamente detener al delincuente y no estudiar su personalidad. Un pequeño grupo de agentes del FBI que más tarde fundarían la famosa Unidad de Ciencias del Comportamiento (hoy llamada Unidad de Apoyo a la Investigación), les demostrarían con hechos lo equivocados que estaban.

La curiosidad de estos agentes les llevó a la Asociación Psiquiátrica Americana y a la Academia Americana de Ciencias Forenses, entre otras, considerando que expertos ajenos al mundo de la policía podían enseñarles cosas que no sabían.Al mismo tiempo se pusieron en contacto con departamentos de policía locales y les pidieron copias de sus casos archivados sobre los criminales violentos con el fin de estudiar casos individuales y establecer alguna similitud entre ellos. Así, analizando detenidamente ese material, comenzaron a ver las posibilidades de realizar una investigación en profundidad que condujera a una mayor comprensión de los criminales violentos.

Al final, llegaron a un punto en el que desearon charlar con las personas que sabían más que nadie sobre este tipo de crímenes y que mejor les podían enseñar, los propios criminales. Querían saber más sobre la persona del asesino, sobre qué factores de su entorno, de su infancia y de sus antecedentes les hacían desear cometer tales crímenes. Consiguiendo suficiente información de bastantes entrevistados podrían confeccionar más adelante listas útiles y comprobar si ciertos tópicos eran o no reales, por ejemplo, si el asesino realmente volvía a la escena del crimen.

Así, en las entrevistas descubrieron cosas tan sorprendentes como que Charles Manson, el inductor de los crímenes de Sharon Tate y de una serie de personas más, había suscitado en sus adeptos de La Familia las ganas de cometer la masacre para ganar popularidad cuando comenzó a perder el control sobre ellos, y no porque se creyese la versión particular del Apocalipsis que predicaba, como se pensó durante mucho tiempo. O como que David Berkowitz, el asesino de media docena de personas en Nueva York que había engañado a varios psiquiatras alegando que había asesinado por órdenes de un perro poseído por un demonio, mentía simplemente para hacer creer a las autoridades que estaba loco, pero la verdadera razón de que matase a mujeres era su resentimiento hacia su madre y la incapacidad de establecer relaciones satisfactorias con ellas. Mientras acechaba a las víctimas y disparaba sobre ellas se excitaba, y después de los disparos, se masturbaba.

Finalmente, estos pioneros en psicología criminal lograron que se crease el VICAP (Violent Criminal Apprehension Program), una gigantesca base de datos que agrupa la mayoría de los homicidios violentos cometidos en los Estados Unidos (unos 23000 crímenes cada año, de los cuales 700 sin móvil aparente) y que permite establecer similitudes entre diferentes crímenes para buscar un agresor común. Por ejemplo, si un policía de una localidad introduce en la base de datos un homicidio que acaba de ser cometido y describe que la víctima ha sufrido agresión sexual y mutilación de algún miembro, automáticamente verá en pantalla todos los crímenes cometidos bajo esas circunstancias. Con esto el agente podrá determinar si se trata de un caso aislado o si es obra de un mismo asesino.

La perfilación criminal no es algo general, sino un proceso que trata de reconstruir un comportamiento individual. Tampoco pretende poder dar el nombre y la identidad de un delincuente, sino que es una ayuda en la orientación de la investigación, en el interrogatorio de sospechosos, en el juicio para comprender la motivación del asesino y para la prevención de otros crímenes tras un primero, tanto en secuestros, como en homicidios, en terrorismo, en violaciones, etc.

Un perfilador no puede más que describir el tipo de individuo susceptible de haber cometido el asesinato en cuestión y el comportamiento que podría haber tenido antes y después del crimen. Con esto, lo que se espera es reducir la lista de sospechosos de los investigadores y acelerar su detención.

En sus inicios en Estados Unidos se ha promovido mayoritariamente el método inductivo para establecer el perfil psicológico. Esto consiste en una generalización a un criminal determinado a partir de las características comportamentales compartidas por otros criminales que han sido estudiados en el pasado. Sin embargo, la nueva generación de perfiladores, en su mayoría europeos, utilizan el método deductivo, que se apoya en la interpretación de pruebas legales, incluyendo las fotografías de la escena del crimen, los resultados de la autopsia, un estudio profundizado sobre la posible relación entre la víctima y el agresor, con el fin de reconstruir lo más exactamente posible los patrones de la escena del crimen a partir de los patrones del comportamiento del agresor, sus características emocionales y motivacionales.

El perfilador europeo rara vez acude a la escena del crimen, sino que trabaja a partir de un dossier que recibe con las primeras constataciones por parte de la policía de la escena del crimen, las disposiciones de los testigos, los interrogatorios del vecindario, las fotos y los planos de la escena del crimen, el dossier médico legal y las fotos de la autopsia, el análisis balístico…

¿De qué se compone un perfil criminal?
1. Evaluación de la escena del crimen.

Una vez que tenemos el dossier con los datos del caso, y tras una ligera evaluación de los hechos, empezamos estudiando en primer lugar la escena del crimen. Recordemos que cada dato, por elemental que nos parezca, nos puede proporcionar un indicio sobre la persona que estamos buscando.

La puesta en escena de un crimen es muy importante, consiste en la modificación voluntaria del lugar de los hechos para dejar falsas pistas a la policía o dejar los menos indicios posibles. Nos permite de determinar si el asesino es organizado o desorganizado. (No sirve de mucho decirle a un agente que anda detrás de una personalidad psicótica si el policía no tiene preparación en psicología. Necesitamos hablar en términos que se puedan entender. En vez de decir que una escena de un crimen presenta señales de una personalidad psicopática, decimos que aquel crimen en particular era organizado y desorganizado.)La distinción entre organizado y desorganizado es una forma fundamental de separar dos tipos completamente diferentes de personalidades.

La característica fundamental del asesino organizado es su capacidad de planear el delito. Sus crímenes derivan de unas fantasías premeditadas, y normalmente escoge a sus víctimas, lleva consigo el arma del crimen y procura no dejar pistas una vez que comete el homicidio. De este tipo de personas podemos deducir en términos generales que no suelen tener antecedentes psiquiátricos pero sí antecedentes penales, que pueden mantener una vida social perfectamente normal, que suelen tomar alcohol o estupefacientes y que actúan solos o en raras ocasiones acompañados de un cómplice.

Lo que caracteriza al asesino desorganizado es todo lo contrario que en el caso anterior. Éste no escoge a las víctimas de manera lógica, suele atacar a las llamadas "víctimas de oportunidad", es decir, la primera persona a la que considere una presa fácil. Como arma del crimen utilizan lo primero que tienen a mano, un cuchillo de cocina, una piedra, una cuerda..., no tienen mucho cuidado para ocultar los restos de sangre, semen o el mismo cadáver.

Es más fácil determinar el móvil cuando se trata de un asesino organizado porque premedita, planifica y es capaz de llevar a cabo un plan de acción lógico. Por otro lado, el asesino desorganizado comete sus crímenes por motivos derivados, frecuentemente, por una enfermedad mental y los procesos cognitivos que la acompañan, (visiones, alucinaciones auditivas…). Además, sabemos que son personas introvertidas y antisociales, al límite de la marginación, solitarios, raramente tienen un empleo estable, viven solos o con los padres y que su comportamiento generalmente es agresivo.

2. Estudio victimológico.

El papel de la víctima es fundamental si queremos comprender la motivación del asesino y su manera de operar. Empezamos calculando el riesgo que corría la víctima, usando factores tales como la edad, profesión y estilo de vida, para establecer si era una persona de riesgo alto, moderado o bajo, ya que el riesgo para la víctima está relacionado directamente con el riesgo para el agresor, por ejemplo, secuestrar a una víctima en la calle al mediodía supone un alto riesgo, y eso indica que el agresor puede estar obrando bajo ciertos tipos de estresantes personales o que necesita excitarse para poder cometer el crimen.

Para llegar a conocer la relación entre víctima y agresor debemos conocer un poco más acerca de la personalidad de la persona asesinada, entrevistando a los familiares, por ejemplo. Siempre hay que preguntarse el porqué una víctima a sido elegida y no otra, ¿Por su aspecto físico? ¿Por su entorno social? ¿Sus costumbres? ¿Porqué ha levantado una fantasía en el agresor? Una vez que conocemos un poco más a la víctima, podemos deducir cual pudo haber sido su reacción con el agresor, y llegar a otro tipo de conclusiones respecto a éste: ¿Porqué una víctima que es de naturaleza pasiva ha podido recibir tantos golpes en la cara? ¿Porqué tiene síntomas de tortura cuando sabemos que por su personalidad tuvo que haber cedido a todo lo que le pedía el agresor? Tal vez esto indique que el agresor disfruta torturando a las víctimas, lo importante para él es castigarlas y no violarlas.

Eso es lo que se llama la firma del asesino. Saber como la víctima pudo reaccionar nos dice mucho sobre el agresor. El modus operandi es lo que hace el criminal para cometer el crimen, la firma es la razón psicológica por la que lo ha hecho. La firma implica signos identificativos significantes en la personalidad del agresor, por ejemplo, el uso de cierto tipo de cuerdas, el tipo de heridas que inflige, los signos rituales, mutilaciones y torturas, y son hechos estáticos, no varían de un crimen a otro, mientras que el modus operandi es dinámico. Este último evoluciona a medida que el criminal progresa en su carrera y que va acumulando experiencia. Si puede encontrar un medio mejor para transportar los cadáveres, por ejemplo, lo utilizará. Lo que nunca cambiará, es la firma, es decir, el motivo psicológico por el cual comete el crimen. En los crímenes, el análisis de la firma es esencial, porque nos permitirá unir varios crímenes entre ellos.

3. Evaluación de los distintos informes.

Esta etapa consiste en el análisis de los informes preliminares de la policía, de lo que han constatado los agentes en su prospección en el lugar del crimen, en las interrogaciones a testigos y sospechosos o en los análisis de pruebas y balística, así como los informes realizados en la autopsia.

Una vez establecido el perfil se puede describir al agresor por su comportamiento y determinar qué deseo quiso satisfacer con sus actos para predecir sus acciones posteriores. Luego se comunica a los investigadores, con consejos o sugerencias para su uso en el terreno en función del tipo de caso o en el interrogatorio de sospechosos, por ejemplo, las técnicas proactivas.

El problema de la perfilación es que el material base proviene del estudio del comportamiento humano, y eso no es una ciencia exacta. Si un perfil está equivocado puede dirigir la investigación en otra dirección, por eso hay que estar completamente seguro de lo que se dice en él. Siempre puede y debe ser afinado en función de los nuevos elementos de la investigación, y eso conducirá sin duda, a la identificación del criminal.

Pili Abeijón
Criminóloga

Fuente: www.cfnavarra.es

Fuente de imagen: http://www.brunoleyval.com/art/2009/06/16/sam-hayles-sketch/

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