Los burros y la visibilidad

Publicado en Tránsito Terrestre

Los burros y la visibilidad

En el sistema viario existen pautas que rigen las relaciones entre la visibilidad y el movimiento; esas pautas son leyes naturales que regulan una parte esencial de la seguridad viaria, porque rigen una parte esencial del funcionamiento del sistema viario y de su mecánica.

Desgraciadamente es muy habitual que esas leyes no se respeten en muchas vías del planeta, y con mayor incidencia en las ciudades y en las carreteras secundarias, locales, caminos, etc.

Cada problema de visibilidad es un problema mecánico y funcional, una incoherencia o una insuficiencia técnica, que a su vez es una situación de riesgo para las personas, porque no existen las condiciones que imponen las leyes naturales o científicas que rigen en la seguridad mecánica y funcional del sistema viario.

Cuando existe un problema mecánico y funcional (una incoherencia o una insuficiencia técnica), es muy difícil que lo puedan solucionar los usuarios, porque no pueden eludir las condiciones que imponen las leyes de la naturaleza que rigen en los fenómenos físicos, como es el movimiento humano, sea caminando o en vehículo. Y si las eluden, se le llama milagro, magia o fenómeno paranormal, porque no tiene explicación posible siguiendo el orden natural conocido y el razonamiento humano.

De noche aún se agrava el problema técnico de la visibilidad, de ahí la importancia del balizamiento nocturno, y el riesgo constante para las personas que causa la incoherencia técnica del post

COMPROBADO CIENTÍFICAMENTE ¡SON LAVABLES! y la de EL CRUCE Y LA DUDA EXISTENCIAL.

Vamos, que no es porque sí, ni por una acumulación aleatoria de torpes y locos, que buena parte de los accidentes de tráfico se produzcan en malas condiciones de visibilidad. Aunque hace años, un representante de algo relacionado con los seguros (no recuerdo qué), afirmó a bombo y platillo por los medios, que habían realizado un estudio estadístico que demostraba que las condiciones climatológicas no tenían influencia en los accidentes. Claro, que ningún periodista le preguntó por el concepto de demostrar que utilizaba, si era terrícola o de otra galaxia.

Bueno, pues con relación a este tema, resulta que en Namibia los burros tampoco vuelan (parece que es una condición propia de los burros), y dada su cantidad (unos 200.000) se ven involucrados en muchos accidentes de tráfico, sobre todo por la noche, que es cuando los burros son como los gatos, todos pardos.

A la Naturaleza no se le ocurrió ponerle luces a los burros, y los faros de los coches no iluminan lo suficiente para las velocidades que utiliza la gente (ya sabes, problema técnico sin resolver; problema mecánico y funcional al canto), y cuando se produce el contacto visual entre el conductor y el burro, ya es tarde, ninguno de los dos puede hacer mucho por evitar el impacto (es lo que tienen las leyes mecánicas y funcionales del sistema viario, que no perdonan ni a los burros). Y como esos animalitos, que tan buenos servicios prestan a la humanidad, son de masa considerable, con frecuencia resultan muertos los ocupantes del vehículo y el burro: un mal negocio para todos.

A la peña de Namibia se le ha ocurrido una solución técnica a la insuficiencia lumínica de los burros y los faros: hace meses que les están poniendo orejeras reflectantes de color amarillo.

Y como por aquellos pagos africanos no hay muchas luciérnagas que digamos, cuando alguien ve algo de luz amarilla, ya sabe que es un burro que anda pernoctando por la carretera.

Esto no solucionará todos los problemas que existen en las carreteras de Namibia con los animales, porque tampoco soluciona todos los problemas que existen con los burros. Pero al menos han pensado en una solución técnica a lo que es un problema técnico sin resolver.

Y no como hacen por otros lugares del planeta, que no se cortan un pelo en plantear e insistir con medidas de orden social para solucionar problemas técnicos, intentando imposibles empíricos y complicándole la vida a la gente y a la sociedad, y para nada útil y eficaz, que es lo que tiene más gracia.