El narcomenudeo en “franquicias”

Publicado en Seguridad Pública

El narcomenudeo en “franquicias”


Ningún presidente mexicano había enfrentado a un poder con el salvajismo y la fuerza que ha adquirido el narcotráfico. Si bien los cárteles de la droga existen desde hace sexenios, el fenómeno ha adquirido nuevas características que lo hacen una amenaza puntual para la estabilidad política y social. Nunca como ahora el narcotráfico se había hecho tan presente en tantos territorios de la vida nacional, y no sólo en términos geográficos. Poco a poco han tomado el control de las cárceles del país, han logrado amedrentar a la mayor parte de los medios de comunicación, y han hecho del narcomenudeo la actividad económica de mayor crecimiento en México. A falta de espacio, convendría detenerse, al menos, en este último fenómeno.
Como es sabido desde hace años se utiliza la droga como una especie de moneda para pagar a todos los responsables del tráfico a lo largo de la cadena que se origina en Colombia o en las sierras mexicanas, y termina en Estados Unidos. Poco a poco los narcotraficantes mexicanos han generado un mercado local para colocar esta droga, particularmente entre los jóvenes. Según datos de la Secretaría de Educación Pública recopilados en el año 2005, el 15.2 por ciento de los jóvenes del Distrito Federal, entre los 12 y los 17 años de edad han consumido drogas por lo menos una vez en su vida; índice que en 1998 era del 11.5 por ciento.

Consecuentemente el narcomenudeo ha venido creciendo en nuestras ciudades. Un reporte de la PGR de fines de 2006, aseguraba que su tasa de crecimiento es de alrededor de 20 por ciento al año, muy superior a cualquier otra “rama” de la economía formal e informal. Además de cuantitativo, el problema con el narcomenudeo es cualitativo. Se trata de una actividad que termina por descomponer una parte del tejido social, toda vez que requiere de la complicidad de muchos miembros de la comunidad: autoridades de barrio, maestros y directores de escuela, policía municipal, comerciantes locales (papelerías, abarrotes y tortillerías), vendedores ambulantes.
Es decir, el corazón mismo de los barrios y las colonias urbanas. En ese sentido, la capacidad del dinero de la droga para corromper a las policías y las autoridades se ha hecho exponencial, pues ha descendido hasta alcanzar las bases, al policía de barrio. Antes de la aparición del narcomenudeo, el narcotráfico era algo que sucedía entre el crimen organizado y las policías, dejando aparentemente intocada al resto de la sociedad. La desestabilización sólo alcanzaba las zonas geográficas de producción de marihuana y los circuitos tráfico (frontera, mayormente). Esto ha cambiado y, peor aún, es un fenómeno en ascenso.

Por otra parte, la lucha entre los carteles por hacerse del control del barrio, ha comenzado a generar comportamientos típicos de crimen sindicalizado de los años treinta en Estados Unidos. Los distintos grupos se disputan los territorios en cada colonia popular y los circuitos comerciales para colocar la droga. A su vez esto ha generado “sindicatos” que cobran por la protección a las redes y comercios en que se distribuye la mercancía.

En muchos barrios “bravos” de las grandes ciudades (como Tepito en México, o Analco en Guadalajara), los comerciantes formales e informales han terminado por pagar cuotas de protección a grupos criminales, porque ellos garantizan mejor la seguridad que la policía local. Y no sólo se trata de los comerciantes de mercancías ilegales. En Tamaulipas el crimen organizado comenzó cobrando “derecho de piso” a otros delincuentes, para terminar exigiendo cuotas de protección al comercio legal. En esa entidad, comandos armados han atacado casas de apuesta en Nuevo Laredo, Tampico y Reynosa, para exigir después la consiguiente cuota de protección.

Otro fenómeno creciente es la extensión de los territorios “tomados” por el narcotráfico. Cada sexenio surgen nuevos territorios cuyos gobernadores se declaran desbordados e incapaces ante el fenómeno. En los últimos meses de este año, los gobernadores de Michoacán (Lázaro Cárdenas), Guerrero (Zeferino Torreblanca) y Quintana Roo (Félix González) habían solicitado la intervención federal ante la fuerza y brutalidad del crimen organizado, y la incapacidad de los poderes locales para combatirlo. El problema es que tampoco el gobierno federal ha hecho gran cosa para contrarrestarlo. Quizá por ello, en octubre el secretario general de gobierno de Nuevo León hizo una declaración políticamente incorrecta pero sincera: “hasta que algún cartel vuelva a ser el dominante en la plaza terminarán la ejecuciones”. Poco menos que una petición de parte para que el crimen organizado resolviera lo que el Estado no ha podido solucionar. Justamente lo que “La Familia” en Michoacán ha prometido hacer.

Todavía es muy temprano para hacer un balance del operativo desarrollado en Michoacán, con la participación de 7 mil elementos de las policías federales. El escaso número de personas detenidas y el hecho de que en su mayoría se trate de campesinos que cuidaban sembradíos, lleva a pensar que el operativo tenía más un propósito “propagandístico” que práctico. El gobierno de Calderón no podía dejar pasar más tiempo sin actuar frente a la provocación de cárteles como el de “La Familia”. La ocupación de Michoacán fue una de las señales que el Presidente envió al país para indicar que ya existía autoridad en México. Pero el efecto de mediano plazo será mínimo. La “Operación Cóndor” de los años setenta en Sinaloa simplemente provocó que los capos se establecieran en Guadalajara y con el tiempo las sierras sinaloenses volvieran a incorporarse a la producción de plantíos.

El aumento brutal del número de ejecutados en el año 2006 (casi tres mil en el país) obedece a la disputa por el control del mercado del narcomenudeo entre las distintas organizaciones. En los años ochentas y noventas estas ejecuciones respondían a la lucha entre los carteles por el control de la producción y por los canales de distribución a Estados Unidos; hoy se disputan las calles y las escuelas. Un cáncer que parece haber superado cualquier remedio al alcance del Estado mexicano.

Fuente: http://www.unafuente.com/31-12-2006/el-narcomenudeo-en-%E2%80%9Cfranquicias%E2%80%9D/