El enigma de la maldición de los faraones

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El enigma de la maldición de los faraones

 

REINADO DE AMENOFIS IV / AKENATON (1353-1335 a.C)

¿Cómo era Amenofis IV?: Las imágenes que han llegado hasta nosotros en estatuas y bajorrelieves nos lo representan con un cráneo de forma extraña, calificado por algunos autores de hidrocéfalo. En realidad lo que tenía era una platicefalia en su parte superior y una notable protrusión del occipital, que a veces hemos encontrado nosotros en antiguos cráneos de arévacos y en somalíes y que hemos llamado "moño". Tenía la raíz muy prominente, la frente deprimida, los ojos muy grandes, almendrados, la mirada dulce y soñadora, los labios gruesos con un cierto gesto huraño. El mentón notablemente alargado, saliente, adaptado a un cuello delgado y largo. Ninguno de los textos nos dice si tuvo una voz ronca y sonora, profunda, pero si fuese así, con el aspecto de la cara podría tratarse de un acromegálico.

Por Prof. José Manuel Reverte Coma
Museo de Antropología Médico-Forense Paleopatología y Criminalística

Mariette, el famoso arqueólogo, creía que era eunuco, y algunos egiptólogos tenían la impresión de que era una mujer por el aspecto con que lo presentan ciertos bajorrelieves. Pero ciertas tablillas halladas en Tel-el-Amarna confirman su identidad masculina. Según los estudios realizados, padecía tuberculosis y epilepsía.

Petrie, entre los escombros del Palacio, encontró la mascarilla mortuoria de Amenofis IV, hecha en yeso fino. Dedujo que le habían vaciado el rostro para dar exactitud a su escultura. Elliot Smith que estudió su cráneo, señaló que por su conformación correspondía a un epiléptico y reformador religioso. Era la época en que estaban el auge las teorías de Gall y Lombroso.

Ya en el poder, al tercer año de su reinado, se casó con la hija del Rey de Mitani, TADUKIPA, una exótica belleza oriental de 12 años que vino en una caravana de camellos, cargando una dote propia de un cuento de las Mil y Una Noches. Amenofis IV nada más verla se enamoró profundamente de ella y le asignó un nuevo nombre en egipcio, NEFERTITI ("La Bella que llega"), con el que la conoce la Historia.

En el año sexto de su reinado y de común acuerdo con Nefertiti, decide emprender la reforma que su padre no pudo llevar a cabo. Había meditado mucho. Desde su infancia era un poeta, un soñador, y estaba entusiasmado con el proyecto de su padre. Mucho le animó a llevar a cabo la reforma, HOREMHEB que fué favorito de su padre, y Jefe militar de su guardia, y que ahora era la eminencia gris detrás del trono, junto con AY, que era el administrador del real tesoro.
Decide pues, de un plumazo acabar con el politeísmo y la idolatría tradicional en Egipto. Establece el culto a Aton, nombre del sol en egipcio, como Dios único. La nueva religión monoteísta se basaba en el amor, la fraternidad, la paz, que debían substituir a la guerra, la superstición, la hechicería y la idolatría.

Cambia su nombre de AMENOFIS por el de AKENATON, en honor al sol. Su "Canto al Sol", poema dedicado al dios único, es una pieza extraordinaria de la literatura religiosa. Profundizó en los estudios filosóficos de su tiempo y tuvo la visión de un mundo superior creado por un solo Dios todopoderoso manifestado a través del Sol, fuente de vida, padre-madre de todo lo creado.

AKENATON ha sido por todo ello considerado como uno de los primeros reformadores religiosos de la Humanidad.
Pero la reforma religiosa tenía que ir acompañada de una profunda reforma política y social. Comienza por apartar de Tebas la capitalidad y para ello elige un lugar adecuado, lejos de la odiada Tebas, y a orillas del Nilo, levanta una nueva ciudad a la que llama KHUNIATONU, "La Ciudad del Sol", "La Ciudad del Horizonte de Tum", hoy conocida con el nombre moderno de Tell-el-Amarna

Por medio de un decreto, trató de que los sacerdotes se pusieran a tono con la nueva ideología, pero se rieron de él. Como respuesta, HOREMHEB ordena la detención de un sacerdote, sobrino del Sumo Pontífice BEKANCOS, que había estafado a una pobre mujer vendiéndole a precio abusivo un ejemplar del "Libro de los Muertos" que deseaba colocar en la tumba de su esposo. El detenido fué juzgado, condenado a muerte y ejecutado.

Akenatón funda en Nubia la ciudad de GENIATON ("La que encuentra a Tum") y en Palestina, cerca de Jerusalem, la de KHONIOTONU, con la idea de extender su religión monoteísta fuera de las fronteras de Egipto.

Reunió el Faraón a la Corte y dignatarios del Imperio, presidiendo la reunión con su esposa Nefertiti, protegido y respaldado por Horemheb y les dirigió el siguiente mensaje: "¡Egipcios! Desde que llevo esta corona estoy sometiendo a revisión todo lo existente en nuestro país. Nuestro pueblo se halla prisionero de la idolatría y rinde homenaje a un ejército de dioses sujetos a Amon, cuyo sumo sacerdote es Bekancos. Pero yo declaro que no hay ninguna divinidad que quiera ser honrada con sangre, muerte y sacrificios. Apartaos del culto de los dioses. Sólo hay un Dios que se halla por encima de todo y que rige nuestros destinos: ¡Nuestro dios Atón! Dios es el Sol, el Sol mismo, que da vida a todas las cosas. Abjurad del dios Amon y de sus ídolos y seguid mi doctrina. Seamos iguales todos los hombres antes de que la muerte nos iguale. Las escuelas de sacerdotes serán cerradas. Los sacerdotes no fueron nunca servidores de dios. Sus doctrinas son erróneas y hay que apartarse de ellos. Cerraré todos los templos de Amon que son fuente de ingresos para los sacerdotes. Me incautaré de todos sus astilleros y buques, de sus talleres y canteras, de todas sus tierras y graneros y de todo el ganado que en su afán de dominio han llegado a formar un estado dentro del estado. Los sacerdotes podrán ser ahora demandados y llevados ante los Tribunales".
Nadie se atrevió jamás a tanto contra una casta tan poderosa.

Después de un largo discurso terminó con estas palabras: "En prueba de mi devoción a Aton, he resuelto cambiar mi nombre y llamarme en lo sucesivo AKENATON "El que vive de la Verdad", en honor al dios uno".

A esta declaración de principios siguieron revueltas, saqueos, robos, asaltos. El populacho al sentirse liberado del yugo sacerdotal, atacó a los grandes y poderosos, penetró en los harenes, violó a las mujeres. El ejército, manejado por Horemheb, pronto restableció el orden.

Akenaton rechazó toda colaboración con la nobleza y eligió y seleccionó a sus colaboradores entre las clases inferiores de la sociedad. En una tumba de Tell-el-Amarna se puede leer: "Su Magestad elige a los humildes para convertirlos en príncipes". Ordena a sus obreros decapitar las estatuas de Amón y martillar su efigie hasta en las tumbas.
El arte se modifica, se libera de los rígidos cánones tradicionales. Expresión de ello es la bella escultura que nos ha dejado Egipto, el busto de Nefertiti, obra maestra de la antigüedad. La libertad de expresión artística conduce al realismo y al naturalismo. El arte de Tell-el-Amarna es un arte nuevo, es la Naturaleza misma trasladada a elementos plásticos. Los nuevos vientos que soplan en Egipto han cambiado hasta los colores.

El nuevo Faraón prohibe a su pueblo que se arrodille y se humille ante él. Recorre los campos con su esposa, confraterniza y se mezcla con los fellahs, los anima en su tarea, él mismo abandona toda pompa en sus vestidos. Establece el matrimonio monógamo. Elimina todo tipo de ceremonial tanto en la Corte como en la religión. Prohibe el fasto y los costosos desfiles. Una de sus frases que ha llegado hasta nosotros es: "Viviendo recta y honradamente es como se honra a Dios". Ha sido un giro copernicano el que ha dado a la Historia. Da orden de abolir la esclavitud y exhorta a los pobres, siervos y desvalidos a luchar por Aton cuya victoria significa la desaparición de la injusticia, crónica en Egipto. Aconseja a la mujeres que sólo parieran dos hijos y se concentrasen en su cuidado. Se convierte en el primer ecologista del mundo y protector de los animales, prohibiendo la caza masiva.

Su vida está de acuerdo con sus predicaciones. Come y viste con sencillez. Dedicó el capital que antes se utilizaba para construcciones suntuarias a construir viviendas para el pueblo. Dictó leyes sanitarias prohibiendo convivir hombres y animales en la misma casa. Ordena construir cocinas dentro de las viviendas, cada una de las cuales tiene que disponer de un retrete evitando así la costumbre de hacer necesidades en cualquier rincón.

Construyó en El Amarna la primera colonia para trabajadores en la Historia del Mundo. Como remate de sus revolucionarias reformas, disolvió el Ejército y no volvió a pagar soldados.

La riqueza inmobiliaria, las tierras, todo estaba en manos de los sacerdotes de Amon y de los templos o de los dignatarios de la Corte. Por un solo decreto eliminó aquel sistema de propiedad, repartiendo la tierra entre labradores y colonos. A los ricos les dejó una porción de sus antiguas posesiones que les sirviese para vivir. Pero ahora tenían que pagar impuestos como todo el mundo. Prohibió la mendicidad y persiguió a astrólogos, hechiceros y adivinos.
Pero la libertad así tan de improviso, era fruta desconocida para el pueblo egipcio y produjo estupefacción. No sabían qué hacer con ella. Eran muchos milenios de tradiciones, costumbres e ideas y una cosa es querer y otra poder hacer las cosas. A veces los mayores beneficiarios iban a ser sus mayores críticos. Además, el enemigo no había sido destruído. Los sacerdotes se dedicaron a sabotear el proceso reformador. La prohibición de quemar incienso ante los dioses, acabó con el trato comercial de esta substancia. Esto creó un descontento entre los marineros de los barcos que traficaban con Oriente y entre los comerciantes.

Aprovechando las reformas, los países sometidos se sublevaron, las tropas de ocupación regresaron y con ellas la lacra de los Gobernadores, Virreyes y burócratas.

Los antiguos partidarios de Amón se unieron en un partido opositor y comenzaron las luchas callejeras. Los sacerdotes, los antiguos ricos y cortesanos formaron el partido de AMON. Los plebeyos, los esclavos y los fellahs formaron el de ATON. Los sacerdotes tenían escondidas reservas de riquezas con las que contrataron mercenarios de Nubia y Siria y declararon la guerra santa. La lucha de clases se convierte en incendios, venganzas y muertes. El Nilo se tiñó de rojo. Era la guerra civil. De nada sirvieron las palabras de Akenaton. Tomaron sus discursos por debilidad. Todos los que creyeron un día en sus reformas fueron abandonándole. Y él se quedó sólo con su arpa, sus sueños, su epilepsía y sus oraciones a Aton. Y su propio médico de cabecera, hombre de toda su confianza, le administró la copa de veneno proporcionada por los sacerdotes.

Las últimas palabras del Faraón fueron: "El reino de lo eterno no tiene sitio dentro de los límites de lo terreno. Todo será como era antes. El terror, el odio y la injusticia volverán a gobernar el mundo y los hombres tendrán que volver a sufrirlo. Hubiera sido mejor para mí no haber nacido nunca pues así no hubiera visto cuánta maldad hay en la tierra".
Tras el asesinato de AKENATON, surgió el eterno problema de la lucha por el poder. Los del partido de Amon querían poner al sumo sacerdote Bekancos en el trono iniciando así una nueva dinastía. Pero Nefertiti y Horemheb con el ejército que le quedaba, impusieron su criterio, ayudados por AY, que había sido y seguía siendo Director del Sello con Akenaton, recaudador general y Administrador del Tesoro Real.

Akenaton había tenido de su primer matrimonio con Nefertiti seis hijas y ningún varón. Buscando descendencia masculina, casó con otra mujer de su antiguo harem que le dió dos hijos varones: SMENKHARE y TUT-ANKH-ATON. Ambos fueron niños enfermizos.

El primero, SMENKHARE, casó a los 14 años con su hermanastra MERITATON, primera hija de Nefertiti. Fué corregente con Akenaton y al morir quedó como Faraón en plena guerra civil. Reinó de 1335 a 1333, año en que murió. Pasó sin pena ni gloria.

REINADO DE TUT-ANKH-AMON

Entonces, nuevamente Nefertiti apoyada por Ay y Horemheb, impusieron al segundo hijo varón de Akenaton, al niño TUT-ANKH-ATON que tenía 12 años y al que casaron con otra de sus hermanastras, la tercera hija de Nefertiti, ANKES-ATON que tenía 9 años. Era la forma de que pudiera subir al trono, pues su madre no había sido de sangre real como ya había señalado Maspero, el Director del Museo de Arqueología de El Cairo y luego confirmaría Carter. Aquello era mejor que crear una nueva dinastía, lo que no hubiese sido bien visto por el pueblo.

TUT-ANKH-ATON, que significa "la imagen viviente de Aton", a sus 12 años no podía mandar ni disponer mucho, así que fueron Ay, Horemheb y Nefertiti los que pactaron con los sacerdotes, haciendo restablecer el culto a Amon y devolviendo al clero sus prebendas y beneficios. Para tranquilizarlos más cambiarían el nombre de los monarcas por los de TUT-ANKH-AMON ("imagen viviente de Amón") y ANKH-ES-AMON.

La ciudad de Tell-el-Amarna fué abandonada y la corte se trasladó de nuevo a Tebas. La memoria del "hereje" fué perseguida y su nombre borrado de todas partes. Le negaron hasta el derecho de tener una tumba propia. Sin embargo, TUT-ANKH-AMON, llevó consigo a Tebas el cadáver embalsamado de su padre, para enterrarlo en el Valle de los Reyes, junto con su madre Tii. En 1891, Barsanti, excavando en el Valle descubrirá esta momia, que trasladó al Museo de El Cairo, donde la estudió Elliot Smith detrminando que tenía 30 años cuando murió.

Como compensación a la aceptación del nuevo Faraón por el clero egipcio, éste le exigió un decreto solemne condenando la herejía y restituyéndoles el poder oficialmente. Y el Faraón-niño firma el famoso Decreto del año IV de su reinado, que se conservó en granito de Karnak para la posteridad en la estela llamada de "La Restauración de los Templos" fechada en 1347 a.C., día 19 del 4º mes de la inundación (más o menos el 4 de noviembre).

El Faraón fué consagrado "Hijo de Amón" por el Sumo Sacerdote que le odiaba por ser hijo de Akenatón, el Faraón "hereje" y posteriormente es proclamado Rey del Alto y Bajo Egipto.

Pero la venganza de los sacerdotes y del ejército vencedores no se hizo esperar. La represión fué brutal. Hubo crucifixiones, piras humanas, torturas y se instaló de nuevo la esclavitud además de los oráculos, las hechicerías, los gastos suntuosos y los harenes.

Horemheb organizó una expedición militar a los países antiguamente sometidos y volvió a dominarlos. Este extraño egipcio, de familia real (su madre era hija del primer matrimonio de Amenofis III con una de sus hermanas), tuvo, como señala Tabouis "la habilidad política de saber cambiar de dioses, de dueño, de ideas y de moral. Fué un gran ambicioso que supo esperar su momento y hacer coincidir sus apetitos y sus intereses con el interés de la nación". Sus triunfos militares le granjearon la simpatía de todos, ejército, pueblo y Faraón. Y cuando llegó su momento, a la muerte de Tutankhamón, personalmente atravesó el pecho del sumo sacerdote Bekancos con su espada. Bekancos pretendía casarse con Nefertiti y erigirse en Faraón. Horemheb no se lo permitió y fué él quien se casó con Nefertiti y se coronó Faraón comenzando una nueva dinastía, la XIX. La Historia no lo dice, pero la muerte de Tutankhamón se podría atribuir a él.

¿Cómo murió Tutankhamón? Según los jeroglíficos hallados y traducidos, murió a los 18 años "en forma inesperada", cuando nadie podía pensar que esto podía suceder. La hipótesis del crimen se planteó enseguida por los arqueólogos.
Es un enigma que la Historia no nos ha desvelado claramente. Sólo podemos saber lo que se deduce del estudio de sus restos momificados. Desroches en 1963 señalaba que de estos estudios sobre la momia del Faraón no se pudo hallar nada que permitiese creer en esta hipótesis. Pero posteriormente, Harrison y su equipo parecen deducir que hubo un traumatismo de cráneo.

Por la edad a que murió, Tutankhamón no tuvo tiempo de hacerse construir una sepultura como hacían todos los Faraones en cuanto subían al trono. Por eso la sepultura de éste fué "improvisada" aunque muy bien construída y depositados en ella los tesoros fabulosos del monarca, más las ofrendas de sus partidarios y allegados.

Horemheb a su subida al trono organizaría otra terrible e implacable purga y sería el mayor iconoclasta de los faraones que le precedieron, tratando de borrar su recuerdo destruyendo sus estelas, nombres, cartuchos, estatuas y ordenando la eliminación de los partidarios de los antiguos monarcas.
Pero en la guardia que antes mandaba Horemheb había un oficial de estirpe real, llamado Ramsés, que había sido fiel sacerdote de Bekancos. Este oficial obtuvo la confianza del Ejército y esperó también "su momento". Y cuando después de 12 años de reinado de Horemheb estalló una revuelta sangrienta, Ramsés depuso a Horemheb y se instaló en el trono con el nombre de Ramsés I.

HOWARD CARTER Y LORD CARNARVON

La historia de Howard Carter comienza en Londres donde nació el 9 de mayo 1874, último de 11 hijos de una modesta familia compuesta por su padre Samuel John Carter, pintor y dibujante del Illustrated London News y su madre, Martha Joyce Sands. Su educación fué mínima, lo que siempre produjo en Carter problemas de ajuste emocional. Pero su habilidad como artista heredada y aprendida de su padre fué tan extraordinaria que el egiptólogo Percy Newberry le contrató para ir a Egipto a copiar los murales de Beni Hasan y Deir-el-Dersha. Comenzó también a excavar y a aprender Egiptología con Flinders Petrie. Pasaría así seis años copiando inscripciones y dibujos egipcios en Deir-el-Bahari. Conoció al gran egiptólogo francés Gaston Maspero, Jefe del Servicio de Antigüedades egipcias quien al ver la valía del joven Carter le nombró Inspector General de Monumentos del Alto Egipto en 1900. Trabajó después por cuenta del norteamericano Theodore Davis, que había descubierto varias tumbas en el Valle de los Reyes, entre ellas la de Tutmosis IV y así se fué desarrollando su pasión por aquella inhóspita región que le atraía en forma inevitable.

Sus intervenciones enérgicas como Inspector le granjearon muchas simpatías y respeto entre los trabajadores de las excavaciones, pero también roces con la Administración y los turistas, plaga que no soportaba y en cierta ocasión que se le exigió que pidiera excusas a un grupo de éstos que en el curso de una visita en estado de embriaguez habían cometido múltiples sinrazones, se negó en redondo prefiriendo renunciar a su puesto, cosa que hizo.

Obligado a sobrevivir, se dedicó a pintar cuadros en El Cairo y a venderlos. Pero el panorama de su vida cambia cuando Maspero que le apreciaba mucho y conocía su extraordinaria valía, le recomienda a Lord Carnarvon, que quería patrocinar algunas excavaciones. Maspero indicó al adinerado inglés que no había nadie en Egipto que hiciese mejor el trabajo de dirigir unas excavaciones que Carter. Y a partir de ese momento se produce una estrecha amistad entre el patrocinador Lord Carnarvon y el egiptólogo, Howard Carter, quien ya estaba dominado por una idea fija y obsesiva: "Encontrar la tumba del Faraón TUT-ANKH-AMON en el Valle de los Reyes".

En cuanto a George Edward Stanhope Molineux Herbert, quinto Conde de Carnarvon, era el clásico Lord inglés que a la muerte de su padre hereda una enorme hacienda y que no sabe cómo gastar el dinero. Viaja por el mundo entero, se aburre, de dedica a navegar y luego le apasiona el deporte naciente del automóvil y acaba por tener un serio accidente el año 1901 en Alemania. Vuelca el coche, queda atrapado debajo y sin conocimiento y aparentemente sin vida. Pero la ayuda de su chófer le hace revivir y es trasladado a un Hospital. Quedó tan maltrecho que hubo de sufrir repetidas intervenciones quirúrgicas para restaurar sus huesos rotos no quedando nunca en buen estado de salud a partir de entonces. Sus médicos le recomendaron convalecer en un lugar seco que mejorara su aparato respiratorio afectado por el accidente y sus dolores articulares. Marcha entonces a Egipto donde se apasiona por el país y por las excavaciones. Fué allí donde Gaston Maspero le recomendó que contratase los servicios de Howard Carter.

Comienzan a explorar tumbas en Gurneh, donde halla la tumba de Tetiky, un Alcalde Tebas de la XVIII dinastía y otra serie de interesantes tumbas en las que hallan documentos valiosos para la Egiptología. Sus trabajos se resumen en una obra: "Cinco años de exploraciones en Tebas" (1907-1911). Luego excava en el Delta, pero una invasión de culebras y la escasez de hallazgos les obligan abandonar el lugar.

Sus conexiones con los Museos Arqueológicos y de Arte de Inglaterra y los Estados Unidos, les permiten hacer buenos negocios con la venta de piezas arqueológicas que compensan las inversiones de capital hecha por Lord Carnarvon. Además logró éste reunir una valiosa colección egipcia de más de 1.200 piezas. Después de su muerte, su viuda Lady Almina la venderá al Metropolitan Museum of Art de Nueva York por la suma de 145.000 $ USA.

Con motivo del abandono de la concesión que tenía Theodore Davis, abogado norteamericano dedicado a las excavaciones arqueológicas en Egipto en el Valle de los Reyes, con quien había trabajado Carter una temporada, quedó libre la concesión. El año 1915 se hacen con ella Lord Carnarvon y Carter y comienzan a partir de entonces sus largas exploraciones de varios años, que continuaron a pesar de que todos los arqueólogos aseguraban que allí no se podía encontrar nada de interés. Pero la constancia y la perseverancia de Carter, le llevan a descubrir la ansiada tumba de TUTANKHAMON el año 1922.

EQUIPO COLABORADOR DE CARTER

Carter estuvo bien acompañado en sus excavaciones y en el estudio de la tumba de Tutankhamón. El Director de la Sección egipcia del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, Dr. Lythgoe, le cedió su mejor fotógrafo, Harry Burton. Telegrafió a Carter: "Muy contento de ayudarle de cualquier modo. Ruego disponga de Burton y de cada uno de mis colaboradores". Se agregaron al equipo los dibujantes Lindley F. Hall, Walter Hauser y Arthur A. Mace, Director de la excavaciones que se llevaban a cabo en las pirámides de Lischt, todos ellos del Metropolitan Museum.

El Dr. Alfred Lucas, de la Sección egipcia de Química del Museo de El Cairo se unió a ellos. Más tarde escribiría una obra: "La Química en la tumba". El Prof. Alan Henderson Gardiner, grafólogo, se concentró en las inscripciones. El Prof. James H. Breasted de la Universidad de Chicago se encargó de los aspectos históricos de los sellos en los que era especialista. El Dr. Saleh Bey Hamdi de Alejandría y el Dr. Douglas E. Derry se encargaron de examinar la momia. Percy E. Newberry estudió las flores secas que acompañaban a la momia, determinando su especie y la época del año en que florecieron para saber en qué tiempo se enterró al Faraón. Hizo lo mismo con los frutos que aparecieron. De todo ello pudo deducir que Tutankhamón fué enterrado entre marzo y abril. Otros materiales fueron examinados por Alexander Scott y H.J. Plenderleith del British Museum.

Con este equipo estaba garantizado un estudio científico detallado para los medios de que se disponía en aquellos años.

Como ayudantes de confianza, Carter tuvo en todo momento a Arthur. R. Callender, a Astor y Bruère.

Battiscombe Gunn se dedicaría al estudio de los "óstraka". L.A. Boodle botánico de los Kew Gardens colaboraría también en la identificación de plantas y frutos. James R. Ogden, joyero inglés, estudió los trabajos en oro y piedras semipreciosas. G.F. Hulme de la Inspección geológica de Egipto intervino también estudiando los terrenos. Richard Adamson. sargento en activo, fué el Jefe de los guardias que cuidaron la tumba en todo momento.

HALLAZGO DE LA TUMBA Nº 62 DEL VALLE DE LOS REYES

"Llegué a Luxor el 28 de octubre de 1922 y el 1º de noviembre ya había reclutado a mis obreros y estaba dispuesto a poner manos a la obra. Nuestras búsquedas anteriores se habían efectuado en el ángulo Noreste de la tumba de Ramsés VI y a partir de este lugar empecé a excavar en dirección Sur".

"Conviene recordar que en esta zona había gran número de chozas de obreros, las cuales habían sido utilizadas probablemente por los peones que construyeron la tumba de Ramsés VI".

Así escribe Carter en su obra "Cómo descubrí el tesoro de Tutankhamón". Carter excavó los 90 cm de tierra sobre los que fueron construídas las chozas. Al llegar a la excavación el día 4 de noviembre, le sorprendió un silencio poco habitual entre los hombres que habían parado el trabajo. Algo extraordinario había sucedido. Habían encontrado una trinchera excavada en la roca en forma de escalera. Siguieron los trabajos y el 5 de noviembre se había despejado la escalera. Era la entrada de una tumba. Al pie de los 16 escalones descubiertos había "una puerta cerrada, enyesada y sellada". Carter hizo un orificio debajo del dintel para introducir una linterna eléctrica y vió...un pasillo lleno de piedras y escombros casi hasta el techo.

"Tuve que hacer un esfuerzo para contenerme y no derribar la puerta y empezar a buscar por todas partes. Había una cosa que me intrigaba: la entrada de la tumba era mucho más estrecha que las de las demás tumbas del Valle. El estilo arquitectónico era sin duda alguna, el de la dinastía XVIII".

Carter volvió a cerrar la abertura y mandó cubrir la excavación poniendo vigilantes permanentes en el lugar. Dice en sus memorias: "Lord Carnarvon se hallaba en Inglaterra y tenía el deber de esperar su regreso". Al día siguiente le envía el siguiente telegrama:

"Por fin hemos hecho maravilloso descubrimiento en el Valle; tumba espléndida con sellos intactos. Hemos vuelto a cubrir la excavación hasta su regreso. Enhorabuena" (6 nov 1922).

20 noviembre: Llega Lord Carnarvon con su hija Lady Evelyn Herbert, su fiel compañera en estas expediciones arqueológicas.

25 noviembre: Fotografían los sellos y los rompen. Retiran las grandes piedras que tapiaban el pasillo. Retiran los escombros. Era un pasillo en pendiente. Carter se dió cuenta inmediatamente de que la tumba había sido violada varias veces en tiempos muy remotos. Recuperó fragmentos de vasijas rotas, objetos pequeños, varias ánforas que debieron ser utilizadas para la mezcla del yeso utilizado para cerrar la puerta.

26 noviembre: Fué el gran día. Dice Carter "Fué el día más hermoso de mi vida, hasta el punto que no creo volver a vivir otro semejante". A 10 metros de la primera puerta había otra, réplica de la anterior y sellada también. Con toda claridad vió que era "El sello de Tutankhamón" y de la necrópolis real. Se veía que la tumba había sido violada y vuelta a sellar, probablemente poco después del entierro del Faraón.

Carter abrió una pequeña brecha en el ángulo superior izquierdo de la puerta. Encendió unas velas para ver si el aire era tóxico. Comprobó que no lo era. Ensanchó la abertura. Introdujo la vela. Cuando se habituó a la obscuridad del recinto que había al otro lado comenzó a ver los objetos que salían de las sombras después de más de 3.000 años. Había una profusión de estatuas de oro, animales extraños, vasijas fabulosas, piezas muy variadas, todo resplandeciente. Quedó sin habla. Carnarvon preguntó:

- "¿Ve Usted algo?"
- "Sí, cosas maravillosas" replicó Carter.

Ensancharon el agujero, introdujeron una antorcha eléctrica. "Imposible evaluar el tesoro que había ante nosotros, pero el efecto era asombroso, anonadante" dirá Carter. "Tratábase de un Museo, de un aposento amueblado con los objetos más diversos, algunos de ellos familiares, otros jamás vistos, amontonados unos sobre otros, en una profusión aparentemente infinita". Carter estaba extasiado... Observó que había otra puerta en aquella fabulosa sala, entre dos estatuas de tamaño natural. Decidieron terminar por aquel día el trabajo. Cerraron la abertura, aseguraron con cerrojo la reja de madera expresamente fabricada por ellos, pusieron guardianes seleccionados ante la reja y regresaron al Valle silenciosos y emocionados.

27 noviembre: A la mañana siguiente, Carnarvon, Evelyn y Carter se dedicaron a estudiar la antecámara y tendieron un cable para llevar luz eléctrica al interior.

La puerta que tanto les intrigó, flanqueada por las dos estatuas, se veía que había sido perforada como para dejar pasar a un niño y luego cerrada y sellada de nuevo. Alguien hacía miles de años les había precedido. Con un poderoso acto de voluntad científica decidieron no abrir aquella nueva puerta hasta que no estuviesen catalogados y guardados todos los objetos de la antecámara.

700 piezas había en la antecámara. Con gran cuidado fueron numerando, catalogando y fotografiando cada una de ellas para luego trasladarlas a la vecina tumba de Ramsés XI, que utilizaron como almacén de herramientas y para guardar los hallazgos de menor importancia. La tumba de Seti II fué utilizada como Laboratorio de Conservación y restauración y como Laboratorio fotográfico. La tumba 55 fué utilizada como cámara obscura por Harry Burton para revelado de fotografías.

Prepararon con sumo cuidado el momento de la apertura de la puerta de la cámara. Fueron invitadas diversas personalidades a aquel acto oficial, para lo cual dispusieron una serie de filas de sillas en la antecámara como si fuese un teatro. El London Times tuvo la exclusiva de la información. Los invitados fueron: Halim Bajá Soliman, Ministro de Obras Públicas, Pierre Lacau, Director General de la Administración de Antigüedades, Sir William Garstin, Sir Charles Tust, Lithgoe, Director de la Sección de Egiptología del Metropolitan Museum de Nueva York, Prof. Breasted, Dr. Alan Gardiner, Winlock, Mervin Herbert, Richard Bethell, Mr. Engelbach, Inspector de la Administración de Antigüedades, Bey Fahmy Gobernador de la provincia y Sir Lee Stack Sirdah, Comandante del Ejército egipcio.

Llegado el momento, Carter y uno de sus ayudantes fueron cuidadosamente rompiendo la puerta, sacando con mucho cuidado los trozos de muro, y por fin entraron en la cámara siguiente donde encontraron una capilla o féretro recubierta de oro y pinturas. Medía 5.20 x 3.35 x 2.75 m. y era una de las más bellas obras del arte egipcio. Tenía puertas aseguradas con cerrojos sellados. Carter escribiría después lo que dijo en aquel momento: "He hallado a Tutankhamón, esto es seguro, y creo que...intacto". Le temblaban las manos cuando descorrió el cerrojo. Abrieron las puertas y apareció una segunda capilla dentro de la primera, dorada, con incrustaciones azules. También tenía cerrojos con sus respectivos sellos. Uno de éstos intacto, tenía el nombre de Tutankhamón y el chacal recostado sobre los nueve enemigos de Egipto. Resplandecían las capillas de oro y sus decorados con escenas del "Libro de los muertos". Lo que había detrás de aquellas puertas nadie lo había visto en más de 3.000 años. Carter ya no dudaba. Allí se encontraban los restos del Monarca. Las capillas estaban intactas. Los violadores no habían llegado hasta allí. Hasta cuatro capillas fué abriendo Carter, una dentro de otra.

Al abrir los cerrojos de la última y romper su sello "apareció un enorme sarcófago monolítico, intacto, de cuarzo amarillo".

Carter decidió desmontar las capillas siguiendo el orden inverso al que debieron seguir los que enterraron al Faraón. Así se podría estudiar el sarcófago sin dificultades. Una vez que éste estuvo aislado, por medio de una polea y cuerdas se levantó la pesada tapa, una losa de 1.250 Kg. En su interior había unos lienzos de lino que se retiraron y... "un grito de asombro brotó de nuestros labios...Todo el interior del sarcófago estaba ocupado por la efigie del joven monarca, una efigie de factura admirable".

Era un segundo sarcófago dentro del primero, que medía 2.75 x 1.50 x 1.50 m. y reposaba sobre un catafalco bajo que representaba a un león. Las manos y la cabeza del Rey estaban cubiertas de oro macizo delicadamente repujado. Las manos cruzadas sobre el pecho sostenían los emblemas reales, cayado y flagelo, con bellos adornos. Rostro y facciones exquisitamente modelados sobre panes de oro. Los ojos de aragonita y obsidiana, las cejas y párpados de lapislázuli. En la frente, dos emblemas: la cobra y el buitre, símbolos del Bajo y Alto Egipto. Unas flores marchitas formaban una a manera de corona. ¡Flores de hacía más de 3.000 años colocadas seguramente por la joven viuda del Rey! Parecía aún oirse el paso de las plañideras que acompañaban al cortejo que trajo hasta aquel lugar la momia de Tutankhamón.

Había una frase grabada sobre el ataúd: "Oh Madre de la noche, extiende sobre nosotros tus alas, como las estrellas eternas!".

Burton iba tomando fotografías.

El trabajo de extracción de los sarcófagos que estaban uno embutido en otro, fué lento, muy laborioso y no exento de contratiempos, que se agravaron por la actitud del Servicio de Antigüedades que llegó a suspender los trabajos, retirar a Carter su licencia de excavar y todo ello complicado con la situación política mundial. La Guerra mundial de 1914-1918 había terminado, pero se sufrían las consecuencias políticas, el nacionalismo exaltado del país, la actitud de los egipcios que veían a los ingleses con malos ojos, sobre todo a quienes se llevaban sus tesoros.

Pero tras el hallazgo de las capillas y los sarcófagos, los exploradores se dieron cuenta de que en la recámara de la momia había otra puerta más pequeña, cerrada como las anteriores, que conducía a otra cámara pequeña. A Carter le bastó una simple ojeada para comprender que en su interior se hallaban "los mayores tesoros de la tumba". No es extraño que el hallazgo de la tumba de Tutankhamón fuese calificado como el más grande registrado en toda la Historia de la Arqueología.
Por fin, y después de muchos sinsabores, entre los cuales no fué el menor la muerte de Lord Carnarvon, Carter y sus ayudantes consiguieron abrir el segundo sarcófago y dentro había algo increíble...¡otro tercer sarcófago de oro macizo! que medía 1.85 m de longitud con un espesor de 2.5 mm de oro puro.

Entre el segundo y el tercer sarcófagos había una masa negra, sólida, endurecida por el tiempo, como pez. Eran resinas y ungüentos que habían sido extendidos para proteger mejor la momia del Faraón. Levantada la tapa de oro del último sarcófago, apareció por fin la momia de TUTANKHAMON.

Carter recordando aquel instante escribe: "En tales momentos se pierde el habla". Tuvieron que utilizar la acción del calor, una elevada temperatura de 500º para que se pudiera separar un sarcófago del otro.
El traslado de las piezas halladas en la tumba fué una de las operaciones más delicadas. Después de catalogadas, fotografiadas y restauradas o limpiadas, fueron embaladas con todas las precauciones y llevadas hasta el barco que las esperaba para llevarlas al Museo de El Cairo. Desde la tumba hasta el río tenían que recorrer 1.500 metros por tierra accidentada. Para evitar golpes y vibraciones, Carter consiguió unas vagonetas sobre rieles, pero el Servicio de Antigüedades le dió tan pocos que tuvieron que hacerlo en varios tiempos, y a medida que avanzaban, tenían que desarmar los rieles de la parte posterior y ponerlos delante. Así hasta que llegaron al río Nilo.

LA AUTOPSIA DE LA MOMIA DE TUTANKHAMON

Una vez abierto el tercer sarcófago de oro puro, apareció la momia del Rey envuelta en vendas de lino. La cabeza estaba cubierta por una máscara que era el retrato exacto del rey en vida.

El 11 de noviembre de 1923 a las 9.45 a.m. el Dr. Douglas E. Derry, Profesor de Anatomía de la Universidad de El Cairo, ayudado por el Dr. Saleh Bey Hamdi, de Alejandría, dieron comienzo a la autopsia de la momia. Con ellos estaban Carter, el fotógrafo Harry Burton que fué tomando placas de cada momento importante del acto, Alfred Lucas y varios invitados egipcios y europeos.

Las vendas de lino estaban tan frágiles a causa de los ungüentos aplicados que hubo que extender una capa de parafina líquida sobre ellas para preservarlas de la desintegración. Derry escribió más tarde: "Tal vez debo justificarme por haber examinado a Tutankhamón. Muchos consideran que nuestra intervención es una profanación y que hubiéramos debido dejar en paz al Rey".

Entonces, una vez parafinadas las vendas, Derry dió un corte vertical desde la parte superior y media del tórax en dirección a la sínfisis pubiana continuando hasta los pies para dividir las capas de vendas por la mitad y separarlas más fácilmente. Estas vendas, de 6 a 9 cm de anchura daban hasta 16 vueltas al cuerpo. En muchos lugares resultaban difíciles de quitar a causa del ungüento resinoso que se había endurecido con el tiempo.

El efecto de los ungüentos sobre las vendas y la propia momia fué desastroso. La momia del Faraón constituyó una desilusión para los investigadores debido a su mal estado de conservación, precisamente por el exceso de ungüentos inapropiados que le habían puesto los embalsamadores. Carter señaló que lo único bueno que habían hecho los ladrones al violar las tumbas era permitir que las momias no fueran destruídas por estos ungüentos y al dejarlas expuestas al aire, permitieron que se secasen muchas de ellas conservándose mejor. El químico Lucas anotó que "el color negruzco de la momia era el resultado de alguna clase de combustión lenta y espontánea en la cual, casi con certeza, los cultivos de hongos habían desempeñado su papel". La carbonización había llegado hasta los huesos.

Entre las vendas de lino había un sinnúmero de joyas, amuletos, símbolos que producían un aislamiento mágico para proteger el cuerpo. Apareció un total de 143 alhajas.

Las piernas quedaron libres de vendas. Los dedos de pies y manos habían sido envueltos por separado y recubiertos de fundas de oro. El pene fué vendado de tal forma que lo mantuvieron en posición itifálica (en erección). No apareció vello pubiano. Tampoco se pudo determinar si había sido circuncidado, práctica común en Egipto. Se pudo observar en la parte izquierda de la piel del abdomen una herida de 8.6 cm de longitud, desde la altura del ombligo hasta unos centímetros del hueso de la cadera (ilion). No se vió ninguna placa de embalsamamiento con la que se solía cubrir esta incisión que era por donde se vaciaba el cuerpo de sus vísceras.

El más llamativo de los hallazgos de objetos sobre la momia fué un amuleto situado bajo una almohadilla en forma de corona que rodeaba la cabeza. Era de un metal distinto a todo lo que había en Egipto: hierro.

Costó trabajo desprender la máscara de oro que cubría el rostro del rey, pero se consiguió con cuchillos calentados a elevada temperatura. Carter, al ver el verdadero rostro del Faraón diría en su informe: "Faz pacífica, suave, de adolescente. Era noble, de bellos rasgos y los labios dibujados en líneas muy netas".

En otro pasaje dice Carter, hablando de Tutankhamón: "Hasta donde llegan nuestros conocimientos, podemos decir con seguridad que lo único notable de su vida fué su muerte y su fastuoso entierro".

La postura en que fué colocado el cadáver era la clásica en el antiguo Egipto, decúbito supino, con la mano derecha descansando sobre la cadera izquierda y la mano izquierda sobre las costillas del lado derecho.

Llevaba 21 amuletos en torno al cuello, símbolos de Osiris, Isis, Thot, Horus, Anubis y un cetro de feldespato verde bajo las vendas, serpientes aladas y cinco buitres de Mut o Nechbet.

El Faraón era de escasa estatura y aún no había completado su desarrollo. La momia medía 1.64 m de longitud desde el vertex a la base de los talones. La ecuación regresiva de Pearson permitió determinar con más precisión la estatura, dando una cifra de 1.677 m. Esta era la misma talla de las dos estatuas del rey halladas en la tumba.

Se pudo apreciar que aún no tenía fundidas la mayor parte de las metáfisis de los huesos largos lo que permitió establecer la edad en el momento de la muerte entre 18 y 19 años. La cabeza del fémur estaba ya unida al hueso, pero aún podía verse la línea de soldadura. La epífisis del trocánter mayor estaba ya casi soldada. La meseta tibial aún no estaba bien fundida pero la epífisis inferior lo estaba totalmente. Las cabezas de los húmeros no estaban fusionadas. En el cúbito la fusión había comenzado, pero en el radio, la extremidad distal estaba completamente libre.

La piel del tronco era la peor conservada. Las vísceras fueron embalsamadas aparte y se encontraban en los vasos canopes que fueron encontrados en el cuarto del tesoro, en una gran capilla dorada montada en un trineo. Dentro, en calcita semitransparente había tallado un gran recipiente en cuyo interior se encontraban cuatro compartimentos tapados con cabezas humanas representando al rey, todo tallado en calcita bellísima. En cada uno había un pequeño ataúd, que contenía las vísceras embalsamadas, bajo la protección de los cuatro hijos de Horus, Amset, Hapi, Tiumantef y Khebenef que correspondían al hígado, pulmones, estómago e intestinos, todos embalsamados y debidamente envueltos en vendas. El corazón también había sido embalsamado por separado, para que según sus ideas religiosas pudiese ser pesado por Osiris en el Tribunal de la Muerte. En su lugar se había colocado un escarabajo sagrado.

Al quedar liberada la cabeza de sus vendajes se pudo apreciar su extraña conformación. El cráneo estaba completamente rasurado. La piel aparecía cubierta por un ácido graso blanquecino y un gorro de lino.

Los párpados entreabiertos permitían ver los ojos intactos pero desecados. Las pestañas eran muy largas. El cartílago nasal aparecía aplastado por la presión de los vendajes. Los orificios nasales estaban taponados con resina. A través de ellos se había extraído el cerebro. Las orejas eran pequeñas y presentaban sendos orificios en los lóbulos de 7.5 mm de diámetro. La piel de la cara tenía un color grisáceo, muy agrietada. En la mejilla izquierda, a la altura del lóbulo auricular, se podía ver una cicatriz circular y deprimida, de bordes levantados. Al Dr. Derry no le fué posible determinar el tipo de lesión de que se trataba. (No hay que olvidar que en Egipto como en algunos otros países de medio Oriente se padece mucho de leishmaniasis mucocutánea, el llamado Botón de Oriente, que deja una cicatriz muy parecida a la descrita por el Dr. Derry).

Tenía dientes grandes y prominentes que asomaban por entre los labios entreabiertos. Las M-3 (muelas del juicio o cordales) habían brotado, pero no llegaban a la altura oclusal del segundo molar M-2.

La extraña forma de la cabeza, advertida por Derry, era similar a la hallada en el cráneo de Amenofis IV/Akenatón, es decir, platicefalia en la parte superior y protrusión del occipital con depresión del punto lambda, el clásico "moño" advertido por nosotros en cráneos de poblaciones de arévacos y en somalíes.

La medidas que se pudieron tomar en el cráneo fueron comparadas con las del cráneo de Akenatón mostrando una gran semejanza en todas ellas.

AKENATON TUTANKHAMON

Longitud del cráneo 190 mm 187 mm

Anchura del cráneo 154 155

Altura del cráneo 134 132.5

Anchura de la frente 98 99

Altura superior cara 69.5 73.5

Altura total cara 121 122

Anchura mandibular 99.5 99

Perímetro craneal 542 547

Talla 1.66 m 1.68 m

Esta comparación anatómica da como muy probable la íntima relación de parentesco entre Akenatón y Tutankhamón y se confirmó años más tarde cuando se estudió en ambas momias el grupo sanguíneo que fué idéntico: A2 subgrupo MN. Esto demuestra el valor de los estudios de Paleopatología para poder explicar muchas circunstancias históricas, dinásticas y aún políticas.

Una anchura o diámetro transverso craneal de 154 mm es una medida extraordinaria para un cráneo egipcio como ya señaló Elliot Smith. Aún es mayor este diámetro en Tutankhamón: 156,5 mm y aunque se quiten 0.5 mm de cada lado por el espesor de la piel momificada, nos quedan todavía 155.5 mm que es un gran diámetro transverso.

Me imagino que ya se habrá estudiado el DNA, pero de no haberlo hecho así, debería hacerse para confirmar estos datos más todavía.

La cavidad del cráneo estaba vacía, excepto por un poco de material resinoso que se introdujo por la nariz después de sacar el cerebro.

Sobre la momia y los sarcófagos se hallaron las siguientes especies botánicas, estudiadas por P.E.Newberry:

Apio silvestre (Apium graveolens L.) con el que

tejieron las coronas.

Olivo (Olea europaea L.) con el que se hizo la

"Corona de Justificación" que prescribe el "Libro de los Muertos".

Genciana o Centaurea (Centaurea depressa)

Sauce (Salix safsaf Forsk)

Nenúfar azul (Nymphaea caerulea Sav.)

Solano leñoso (Solanum dulcamara L.)

Mandrágora (frutos) (Mandragora officinalis L.)

Palma datilera (tiras)

Picris (Picris coronopifolia Asch)

Fueron hallados 11 frutos de mandrágora que es la "manzana del amor" citada por el Génesis (30, 14) y los Cánticos (7, 13), utilizada en la antigüedad como afrodisiaco. Los árabes la consideran como excitante pudiendo producir hasta locura. La llaman por eso tuffah-el-jinn (manzana de los jinn o diablos). Se usó como narcótico.

Por las flores halladas determinó Newberry que Tutankhamón fué enterrado entre mediados de marzo y finales de abril, época en que florecen en Egipto las especies encontradas.

SEGUNDA AUTOPSIA DE TUTANKHAMON

En 1968, el Dr. R.G. Harrison, de la Universidad de Liverpool y el equipo de científicos dirigido por él, entre los que se encontraba el Dr. F.Filce Leek, el gran paleopatólogo, íntimo amigo mío de muchos años con quien participé en diversos Congresos internacionales de Paleopatología como los de Caen (Francia), Bruselas, Siena, Middelburg (Holanda) y en el de Manchester "Science in Egyptology", estudió nuevamente la momia de Tutankhamón.

Este equipo llevó consigo un aparato portátil de Rayos X, con el que se tomaron 50 placas radiográficas del cuerpo momificado del Faraón. Se confirmó en este estudio la edad, aunque Leek, por el estado de los terceros molares parecía inclinado a creer que tenía algo menos de 18 años.

Se confirmó la similitud radiográfica de la forma de los cráneos de Tutankhamón y Akenatón, éste último encontrado en la tumba nº 55 del Valle de los Reyes. Uno de los ayudantes del Dr. Harrison, el Dr. R.D. Conolly, serólogo, fué quien determinó el grupo sanguíneo que resultó ser "A2 subgrupo MN", idéntico en ambos.

Tampoco se hizo en aquel entonces el ADN porque aún no se practicaba esta técnica, pero se ha de hacer pronto si no se ha hecho ya. Al menos no tengo noticias de ello.

El estudio de las radiografías demostró que los embalsamadores habían separado el peto costal (esternón y costillas) durante el embalsamamiento. Se pudo comprobar que la causa de la muerte no había sido la tuberculosis ni ningún tumor como se había dicho. Las radiografías sin embargo parecen demostrar que recibió un golpe en la parte lateral del cráneo con fractura y hemorragia, posiblemente con un instrumento contundente. Lo más probable por todo esto es que murió asesinado.

LOS HIJOS ABORTIVOS DE TUTANKHAMON

En la tumba de Tutankhamón aparecieron en un armario dos pequeños ataúdes. Dentro de cada uno había otro recubierto por láminas de oro. Y en el interior de éstos había sendos fetos momificados. Uno medía 30 cm de longitud, muy bien conservado con su máscara facial. La otra momia fetal estaba peor conservada, medía 39.5 cm de longitud y no llevaba máscara. La máscara que fué preparada para este feto se encontró en el pozo nº 54 junto con otros restos del embalsamamiento y enterramiento del Faraón, que fueron los que dieron pistas a Carter para pensar que la tumba de Tutankhamón se encontraba en el Valle de los Reyes. Fué Davis quien encontró en 1907 aquellos restos de embalsamamiento y no les dió importancia.

Douglas Derry realizó la autopsia de las dos pequeñas momias en 1932. Una parecía una hembra de 25.75 cm de longitud con el cordón umbilical cortado a ras de la piel del abdomen. La otra momia midió 36.1 cm de longitud y parecía también de niña, sietemesina, en peor estado de conservación, aunque tenía cejas y pestañas, los ojos abiertos y había sido embalsamada con el cráneo relleno de telas empapadas en sal, y con una incisión pequeña en la región inguinal por la que se había introducido tela empapada también en sal.

Las radiografías tomadas por el equipo del Dr. Harrison mostraron en la segunda momia la llamada "Deformación de Sprengel", con la escápula derecha alta, espina bífida y escoliosis. Según este equipo, la edad era ya de un feto a término.

Se han considerado ambas como hijas de Tutankhamón. El estudio del DNA podría confirmarlo. Además apareció otro féretro pequeño, que era una reproducción en maqueta del gran féretro del Rey. Este féretro era antropomorfo, medía 35 cm y estaba barnizado en negro con adornos de oro en forma de tiras con frases escritas en ellas. Dentro había otro féretro recubierto de oro como el del Faraón y dentro de éste un tercer féretro con lo que creyeron que era una momia de niño. Pero al desatar las vendas se vió que no era una momia sino otro féretro "momificado". Y dentro de él un amuleto de oro heredado de su abuelo Amenofis III y envueltos en tela de lino, unos rizos de pelo color castaño pertenecientes a la abuela Teye que aún vivía cuando fué enterrado con Tutankhamón.

La existencia de los dos fetos abortivos en la tumba, dió origen a la teoría de que la momia que se creía era la de Tutankhamón, no lo era realmente, sino que era la momia de una mujer, ya que la costumbre en Egipto es colocar los restos de los hijos muertos junto a la madre y no con el cadáver del padre. Llegaron algunos a pensar que sus enemigos arrojaron el verdadero cadáver del Faraón al Nilo, substituyéndolo por el de una mujer.

El estudio realizado en 1967 con Rayos Gamma en la máscara de Tutankhamón, demostró que había sido hecha de varias piezas tan bien soldadas que no quedó la menor huella y que el Faraón tenía una cicatriz profunda en la mejilla izquierda.

MUERTE DE LORD CARNARVON

Después de la apertura oficial de la cámara sepulcral de Tutankhamón, Lord Carnarvon que se sentía agotado, decidió el 28 de febrero (1923) marchar a Asuán para pasar unos días de descanso.

Allí al parecer, sufrió la picadura de un mosquito en la mejilla izquierda. Esto debió ser algo normal en Egipto en aquellos tiempos en que no existían substancias como el DDT o el Dieldrín, ni campañas antimosquitos intensivas. Aún hoy día los mosquitos están por todas partes. El caso es que la picadura debió infectarse o hincharse la piel y al afeitarse con su navaja, se cortó sobre la zona inflamada. Se hizo una cura local con yodo, pero poco después se sintió febril y muy cansado hasta el punto de que, siguiendo los consejos de su hija, se metió en cama. Tenía 38º C de temperatura. Así estuvo un par de días mejorando pasajeramente. Se levantó y a las pocas horas se sintió mal de nuevo y volvió a guardar cama.

Lord Carnarvon tenía 57 años por entonces. Su hija intentó su traslado a El Cairo el 14 de marzo, pero se encontraba tan sumamente débil y agotado por la fiebre que no tuvo ánimos para viajar. Lady Evelyn, alarmada, había llamado a su madre Lady Almina y a su médico de cabecera Dr. Johnson que estaban en Inglaterra y que llegaron al poco tiempo en avión y a su hermano Porchey que estaba en la India y que llegó con el tiempo justo para ver a su padre aún vivo. También puso un telegrama a Carter quien inmediatamente se desplazó hasta el Hotel donde se encontraba su amigo y mecenas.

Llegaron tarde. Lord Carnarvon estaba casi inconsciente. Deliraba. Fué diagnosticado de septicemia y neumonía. La temperaturá subió por encima de 40º C.

Y el 5 de abril de aquel año de 1923 a la 1:50 a.m.. ciento treinta días después de la apertura de la tumba, dejaba de existir Lord Carnarvon. Sus últimas palabras, en medio de su delirio fueron: "He escuchado su llamada y le sigo".
Cuenta su hijo que súbitamente se apagaron las luces. Fué una interrupción del fluído eléctrico cuya causa no supieron explicar técnicamente en la central eléctrica, y que obligó a llevar velas al cuarto del difunto. Y cuenta también que por extraña coincidencia, su perra Susie, que estaba mutilada de una pata, y que tantas veces acompañó a su amo en sus viajes a Egipto, moría en la finca de Highclere al mismo tiempo que Lord Carnarvon.

La familia dispuso que el cuerpo fuese embalsamado para trasladarlo a Inglaterra, donde querían que fuese enterrado en Beacon Hill, junto a su mansión de Highclere.

LA MALDICION DE LOS FARAONES

A partir de la muerte de Lord Carnarvon, comienza la leyenda de la venganza del Faraón por haber alterado su tranquilidad al profanar su tumba. En la prensa local, hacía unos días que una novelista, Marie Corelli, había escrito: "Sobre los intrusos en una tumba sellada, cae el castigo más horrible".

Se habló mucho de una maldición existente en la tumba. Hay muchos autores que niegan que hubiese ninguna maldición escrita. Pero otros autores aseguran que Carter encontró en la antecámara un ostrakon de arcilla de los utilizados por los escribas egipcios para hacer sus anotaciones, de aspecto inofensivo que al principio fué catalogado, pero cuando Alan Gardiner descifró los jeroglíficos que tenía "fué tachado de la lista de objetos hallados". Por lo visto la descripción decía: "La muerte golpeará con su bieldo a aquel que turbe el reposo del Faraón".

Parece que no quisieron que trascendiese aquello para evitar a los supersticiosos, especialmente a los trabajadores, que emprendieran la huída. No fué fotografiada y se ha dado por perdida. Luego, en un amuleto hallado en la cámara principal, se encontró otra inscripción que decía: "Yo soy el que ahuyenta a los profanadores de tumbas con la llamada del desierto. Yo soy el que custodia la tumba de Tutankhamón".

A todo esto se unieron un par de circunstancias fortuitas que fueron vistas por los supersticiosos egipcios como mal augurio. El día anterior al descubrimiento de la tumba, Carter fué picado en una mano por un alacrán, picadura que le mortificó bastante durante la apertura de la tumba. Además, ese mismo día en la casa donde dormía Carter junto a las excavaciones, penetró una culebra y se comió a un canario al que tenía mucho cariño. Era todo aquello suficiente para que los egipcios empezasen a murmurar. Algunos llegaron a decir: "Esta gente encontrará oro y muerte".

Por si todo esto fuera poco, los trabajadores de la excavación vieron un halcón que sobrevolaba la tumba de Tutankhamón y se perdía después en dirección Oeste, "hacia el otro mundo" como creían los egipcios.

La prensa de entonces, que había tratado en primera plana el hallazgo de la tumba y del tesoro, tenía ya suficiente para escribir la historia de "la maldición del Faraón".

Y como dando la razón a los rumores, al poco tiempo de la muerte de Lord Carnarvon, moría también su hermano menor Aubrey Herbert, de 48 años de edad, quien se suició en un arrebato de locura. Poco después, en Egipto, moría también la Hermana de la Caridad que actuó como enfermera del noble inglés y que le atendió hasta su muerte.
Comenzaron así una serie de muertes que parecían misteriosas y que desconcertaron a los más incrédulos. En 1929 en el Bath Club al que pertenecía, moría el Secretario de Lord Carnarvon, Richard Betkell, hijo único de Lord Westenrys, cuando al parecer gozaba de buena salud. Lo encontraron muerto en su cama. No se supo nunca la causa de su muerte. Los médicos dijeron que fué a causa de una embolia.

El 21 de febrero de 1930, la Prensa anunciaba que Lord Westenrys, de 78 años de edad, padre del Secretario de Lord Carnarvon "se lanzó al vacío desde un séptimo piso donde vivía, quedando muerto en el acto", al parecer desesperado por la muerte de su hijo. Dicen sus biógrafos que guardaba en su habitación una jarra de alabastro procedente de la tumba de Tutankhamón. Y para colmo, cuando fué llevado al cementerio, el coche fúnebre que llevaba el cadáver, atropelló accidentalmente a un niño de 8 años y le mató.

¿Cómo convencer a millones de personas supersticiosas de que aquello no eran meras casualidades, que la causa verdadera de tan extrañas muertes no era un fenómeno de orden sobrenatural?

Los egipcios vieron en aquellas muertes la obra de los malos espíritus, la venganza de Faraón. La Prensa egipcia y la sensacionalista del mundo entero agitó aún más las aguas ya revueltas.

Se pensó que los que enterraron al Faraón, habían colocado "trampas" para acabar con los violadores de la tumba y por eso los que intervinieron en el "saqueo arqueológico", de alguna forma estaban condenados a morir de muertes misteriosas.
Las maldiciones han existido en Egipto. Es conocido el caso de la tumba de Ursu, "Jefe de los países auríferos de Amon" (dinastía XVIII, 1570-1320 a.C.) en la que se encontró un largo párrafo escrito, amenazando a todo el que penetrase en aquel recinto, dañase su tumba, sacara o violara su cadáver, con el castigo de Ra por el cual "no transmitirá sus propiedades a sus hijos, su corazón no estará satisfecho en vida, no recibirá agua en la necrópolis y su alma será destruída para siempre".

Lo cierto es que nadie es inmortal y que tanto los ladrones de tumbas como los egiptólogos, arqueólogos y personal del Servicio de Antigüedades, tenían que morir por ley de vida más tarde o más temprano.

Los excavadores habían hallado en ocasiones cadáveres esqueletizados o desecados en el interior de las tumbas que abrían, y que no tenían que ver con la momia allí enterrada. Consideraron que se trataba de ladrones de tumbas que al penetrar a robar con teas encendidas para alumbrarse, consumieron el oxígeno del recinto, asfixiándose, lo que es algo completamente natural. Robert Phillips que investigó estos casos, demostró que algunos habían encendido hogueras para iluminarse o llevado teas encendidas y que efectivamente habían muerto asfixiados.

Hubo quienes creyeron que de una forma inexplicable, en las tumbas se almacenaba "energía psíquica concentrada". Eran los que estaban influenciados por las ideas espiritistas de la época.

Hay una vieja costumbre referente a maldiciones que no es exclusiva de Egipto, que consiste en grabar el nombre de la persona a la que se desea maldecir, en una olla de barro y romper la olla después.

Engelbach, Inspector de la Administración de Antigüedades de Egipto, a quien conoció bien Carter, descubrió una tumba cerca de la pirámide de Medun y en ella una tablilla con esta maldición : "El espíritu del muerto retorcerá el cuello al ladrón de tumbas como a un pato". Y junto a la tumba encontró en el suelo, un cadáver sin embalsamar, esqueletizado, pero con ropas y restos de piel desecada. Era al parecer un profanador que al tratar de robar los objetos valiosos que llevaba la momia, le cayó una piedra desprendida del techo. ¿Casualidad o trampa ingeniosamente colocada?

Los saqueos de las tumbas egipcias eran cosa que venía de muy antiguo. Constituían un verdadero deporte nacional del que vivía mucha gente, organizada en verdaderos clanes. Se ha calculado que durante los milenios que duró la civilización egipcia antes de Cristo, fueron enterrados en aquel país más de 200.000.000 de personas, todas con ajuar funerario en consonancia con el estatus que tenían en la sociedad. Ello permite hacerse una idea de los tesoros que aún pueden permanecer enterrados allí.

Loa ajuares más ricos fueron enterrados junto a los Faraones y personajes de la nobleza. Se supone que hubo en Egipto más de 300 Faraones y que sólo ha sido hallada la quinta parte de sus tumbas. Esto permite sospechar que todavía Egipto nos tiene reservadas muchas sorpresas.

Carter calculaba que de la tumba de Tutankhamón que fué saqueada en tiempos remotos, los ladrones se llevaron el 60 % de los objetos que contenía, quizás los de menor tamaño, pero más valiosos y eso que lo que encontró Carter fué fabuloso. ¿Y qué tesoros pudieron existir en las tumbas de faraones más poderosos si en la tumba de uno casi desconocido se encontró aquella fortuna?

SIGUEN LAS MUERTES

Muere el egiptólogo Arthur Weigall.

Muere el Profesor Lafleur del Canadá, que fué el primer científico norteamericano que visitó la tumba de Tutankhamón. Murió en Luxor, de enfermedad desconocida. Regresó a su Hotel, se sintió mal, tuvo un fuerte acceso febril y murió en pocas horas. Su médico no pudo explicarse la causa.

Arthur C. Mace, del Metropolitan Museum de Nueva York, que trabajó con Carter en la catalogación y ordenación del Material extraído de la tumba, decidió marcharse de Egipto sintiéndose enfermo. Embarcó para Estados Unidos y murió a bordo, en medio del Atlántico. Algunos autores aseguran que murió en el mismo Hotel que Lord Carnarvon.

Lady Almina Carnarvon viuda de Lord Carnarvon murió también por la picadura de un insecto como su marido. Esto aumentó el terror entre muchas personas que no veían ya una casualidad en las muertes sino una fatal y trágica circunstancia.
Saleh Ben Hamdy que ayudó a practicar la autopsia de Tutankhamón, murió también en extrañas circunstancias.

James Henry Breasted, que fué uno de los pocos que tuvo la fortuna de asistir a la apertura oficial de la tumba, enfermó poco después gravemente, presentando fuertes accesos febriles y síntomas parecidos a los que tuvo Lord Carnarvon. Mejoró sin embargo, y en noviembre de 1935, a los 70 años de edad, trece años después de sus trabajos en el Valle de los Reyes, moría a bordo del barco que le llevaba a los Estados Unidos.

George Jay Gould, millonario magnate de los ferrocarriles norteamericanos, muy amigo de Lord Carnarvon, visitó la tumba con Carter. Al amanecer del día siguiente tuvo un acceso de fiebre con síntomas similares a los de su amigo y murió aquella misma noche. Los médicos diagnosticaron "peste bubónica".

Evelyne White, egiptólogo, que tuvo gran interés en el examen del sepulcro, cayó en un estado de postración que le hizo padecer mucho. Rechazó los cuidados de los médicos y se suicidó, dejando un mensaje: "Pesaba sobre mí una maldición a la que no tengo más remedio que someterme".

Georges Benedite, egiptólogo francés, del Museo del Louvre de París, fué otra víctima notable. Murió de una caída poco después de la visita a la tumba del Faraón.

Mario Passanova, arqueólogo italiano, murió casi simultáneamente después de Benedite.

Joel Woolf, industrial, fué expresamente a visitar la tumba del Faraón. Después de la visita embarcó para Inglaterra, enfermó en circunstancias parecidas a las de Jay Gould, con fiebre elevada y murió.

Ali Kemel Fahmy Bey, otro visitante de la tumba, murió de un disparo que le hizo su esposa en el Hotel Savoy de Londres.
En total, se relacionaron con la tumba de Tutankhamón más de 26 muertes. Las investigaciones del egiptólogo alemán Georg Steindorf en 1933, demostraron que no había nada de sobrenatural en las muertes de aquellas personas.
¿Por qué no morían los fellahs que trabajaron en la excavación? ¿Por qué no murieron los miles de personas, turistas, periodistas y personalidades que visitaron la tumba? No se habló nada de ellos. Su conclusión fué: "La maldición del Faraón no existe en absoluto".

El Dr. A. Lucas, químico inglés que trabajaba en el Museo de El Cairo, realizó una serie de investigaciones en la tumba de Tutankhamón y observó que no había gérmenes en ella, salvo algunos escasos que sin duda habían penetrado desde el exterior. Murió en 1947, o sea 25 años después de su contacto con la tumba.

LOS SUPERVIVIENTES

Allan H. Gardiner, egiptólogo murió en 1963 a los 85 años de edad, años después de recibir su título de Sir.
Percy E. Newberry, murió a los 81 años, en 1949, 27 años después de su trabajo en la tumba del Faraón.
Harry Burton, el fotógrafo del equipo de Carter, murió en 1940 a los 60 años.

W.B. Emery que tenía 20 años cuando participó en el hallazgo de la tumba de Tutankhamón, murió 49 años después de aquella misión, a los 69 años.

Engelbach, sobrevivió 24 años al hallazgo. Fué el Inspector del Servicio de Antigüedades del Alto Egipto. Tenía 59 años cuando murió.

G. Lefèbvre, Conservador Jefe del Museo de El Cairo, sobrevivió 35 años al hallazgo, muriendo a los 79 años.
Douglas Derry, Profesor de la Universidad Fuad I de El Cairo, que hizo la autopsia a la momia de Tutankhamón, decía a sus 75 años: "Si hay alguien que realmente ha ofendido al Faraón, ese soy yo, y además soy el más expuesto a los peligros que se supone que rodean la momia y la tumba. Además hay varias docenas de colaboradores de Carter y Lord Carnarvon que siguen sanos y vivos". Murió en 1969 a los 87 años. Es la mejor demostración de que no había tal maldición.
Lady Evelyn Herbert (de casada Lady Evelyn Beauchamp) que fué una de las primeras personas que entró en la tumba y que había nacido en 1901, murió en 1980 a sus casi 80 años de edad.

Eusebio Güell, Vizconde de Güell, fué otro de los invitados al descubrimiento de la momia. Murió 33 años después, a los 77 años de edad, sin haber padecido ninguna enfermedad que le hiciese pensar en una maldición.

Hay infinidad de historias de momias asociadas con muertes, lo que ocuparía un extenso libro. Aquí sólo quiero mencionar a manera de anécdota la que refiere Blasco Ibáñez en su novela "La vuelta al mundo de un novelista". Se refiere a la momia de Ramsés II y dice que cuando fué colocada en su vitrina del Museo egipcio de El Cairo, se incorporó súbitamente, rompiendo el cristal de un manotazo. Los visitantes, espantados, huyeron, cayendo atropellándose por las escaleras. El resultado fueron 20 heridos de los que cinco fallecieron posteriormente. El Museo estuvo cerrado a raíz del incidente durante dos años ya que nadie quería trabajar allí.

A propósito del tema se han escrito libros, novelas, se han filmado películas como "La momia" de Boris Karloff y otras muchas historias.

Howard Carter, el nº 1 de los "implicados", sobrevivió 17 años al hallazgo. Murió el 2 de marzo de 1939 a los 65 años, de muerte natural. Su frase preferida cuando le hablaban de la "maldición", era: "Todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas". Y añadía: "Los antiguos egipcios, en lugar de maldecir a quienes se ocupasen de ellos, pedían que se les bendijera y dirigiesen al muerto deseos piadosos y benévolos... Estas historias de maldiciones, son una degeneración actualizada de las trasnochadas leyendas de fantasmas...El investigador se dispone a su trabajo con todo respeto y con una seriedad profesional sagrada, pero libre de ese temor misterioso, tan grato al supersticioso espíritu de la multitud ansiosa de sensaciones".

LOS SUPERVIVIENTES

Allan H. Gardiner, egiptólogo murió en 1963 a los 85 años de edad, años después de recibir su título de Sir.

Percy E. Newberry, murió a los 81 años, en 1949, 27 años después de su trabajo en la tumba del Faraón.

Harry Burton, el fotógrafo del equipo de Carter, murió en 1940 a los 60 años.

W.B. Emery que tenía 20 años cuando participó en el hallazgo de la tumba de Tutankhamón, murió 49 años después de aquella misión, a los 69 años.

Engelbach, sobrevivió 24 años al hallazgo. Fué el Inspector del Servicio de Antigüedades del Alto Egipto. Tenía 59 años cuando murió.

G. Lefèbvre, Conservador Jefe del Museo de El Cairo, sobrevivió 35 años al hallazgo, muriendo a los 79 años.
Douglas Derry, Profesor de la Universidad Fuad I de El Cairo, que hizo la autopsia a la momia de Tutankhamón, decía a sus 75 años: "Si hay alguien que realmente ha ofendido al Faraón, ese soy yo, y además soy el más expuesto a los peligros que se supone que rodean la momia y la tumba. Además hay varias docenas de colaboradores de Carter y Lord Carnarvon que siguen sanos y vivos". Murió en 1969 a los 87 años. Es la mejor demostración de que no había tal maldición.

Lady Evelyn Herbert (de casada Lady Evelyn Beauchamp) que fué una de las primeras personas que entró en la tumba y que había nacido en 1901, murió en 1980 a sus casi 80 años de edad.

Eusebio Güell, Vizconde de Güell, fué otro de los invitados al descubrimiento de la momia. Murió 33 años después, a los 77 años de edad, sin haber padecido ninguna enfermedad que le hiciese pensar en una maldición.

Hay infinidad de historias de momias asociadas con muertes, lo que ocuparía un extenso libro. Aquí sólo quiero mencionar a manera de anécdota la que refiere Blasco Ibáñez en su novela "La vuelta al mundo de un novelista". Se refiere a la momia de Ramsés II y dice que cuando fué colocada en su vitrina del Museo egipcio de El Cairo, se incorporó súbitamente, rompiendo el cristal de un manotazo. Los visitantes, espantados, huyeron, cayendo atropellándose por las escaleras. El resultado fueron 20 heridos de los que cinco fallecieron posteriormente. El Museo estuvo cerrado a raíz del incidente durante dos años ya que nadie quería trabajar allí.

A propósito del tema se han escrito libros, novelas, se han filmado películas como "La momia" de Boris Karloff y otras muchas historias.

Howard Carter, el nº 1 de los "implicados", sobrevivió 17 años al hallazgo. Murió el 2 de marzo de 1939 a los 65 años, de muerte natural. Su frase preferida cuando le hablaban de la "maldición", era: "Todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas". Y añadía: "Los antiguos egipcios, en lugar de maldecir a quienes se ocupasen de ellos, pedían que se les bendijera y dirigiesen al muerto deseos piadosos y benévolos... Estas historias de maldiciones, son una degeneración actualizada de las trasnochadas leyendas de fantasmas...El investigador se dispone a su trabajo con todo respeto y con una seriedad profesional sagrada, pero libre de ese temor misterioso, tan grato al supersticioso espíritu de la multitud ansiosa de sensaciones".

HIPOTESIS CIENTIFICAS SOBRE LA SUPUESTA MALDICION DE LOS FARAONES

TEORIA DE LAS RADIACIONES

El Dr. Auer Gohed quien hizo repetidos experimentos en 1969, valorando con sus computadoras las experiencias realizadas por el Prof. Luis Alvarez de la Universidad de California en la cámara de la Gran Pirámide, declaraba en una entrevista al New York Times:

"Nos encontramos ante un misterio inexplicable que podemos llamar ocultismo, maldición faraónica, brujería o magia. Lo cierto es que en el interior de la pirámide existe una fuerza que contradice todas las leyes científicas"
Basa su hipótesis en el hecho de que la permanencia por largo tiempo encerrado en tumbas faraónicas como le sucedió a Paul Bronton quien pasó una noche encerrado en la cámara real de la pirámide de Keops, era causa de alteraciones mentales. Bronton sufrió después de aquella noche alucinaciones, crisis nerviosas, agarrotamiento muscular, quedando al día siguiente en un estado de profunda apatía.

Los científicos de la ciudad atómica de Oakridge pensaron en la posibilidad de que los antiguos egipcios conociesen ciertos materiales radiactivos y hubiesen colocado en lugar estratégico alguna substancia cuyo efecto pudo persistir al cabo de 3.300 años siendo esto el origen de algunas de las muertes. Sin embargo, ningún detector de radiaciones ha permitido demostrar la presencia de ninguna substancia que tenga estas propiedades.

La hipótesis de la radiactividad ha sido expresada por otros autores. Dado que los egipcios explotaron minas de oro y que este metal suele ir combinado de alguna manera con el uranio y el torio, piensan que pudieron conocer estas substancias.

En 1949, el Profesor Bulgarini, renombrado científico atómico, declaraba: "En mi opinión, los egipcios de la antigüedad conocían ya las leyes de la desintegración del átomo. Sus sabios y sacerdotes conocían el uranio. Y es muy posible que se sirvieran de la radiactividad para proteger sus santuarios". Aún en nuestros días se explotan en Egipto algunos minerales uraníferos. Sigue expresando el mismo autor que: "podrían haber cubierto con uranio el suelo de sus tumbas o haberlas construído con mineral radiactivo. Aún hoy las radiaciones podrían matar a una persona o por lo menos dañar su salud".

Lo que más llama la atención de muchos investigadores es que antes de su muerte, numerosos arqueólogos se quejaron de cansancio y otros dieron claras muestras de trastornos mentales y depresiones. Los afectados por radiaciones tienen como síntoma común una enorme astenia. No todas las personas reaccionan igual ante las radiaciones, así muchos científicos sufrían alteraciones fisiológicas poco tiempo después de comenzar su trabajo en las tumbas o en las momias. En otros, en cambio, los efectos aparecían al cabo de meses o de años. Unos morían inesperadamente y otros sufrían afecciones cerebrales o embolias. Y otros muchos no sufrían aparentemente ningún síntoma. Los defensores de esta teoría comparan estos casos con los que hubo en Hiroshima después del lanzamiento de la bomba atómica, y los síntomas son los mismos en muchos de ellos. Hubo varios grados de afectación en el tiempo. Entre los síntomas, el cansancio, las embolias, las alteraciones de la conducta y la prematura o tardía afectación fueron las principales variantes, incluso en personas de una misma familia a quienes les sorprendió en un mismo lugar la explosión.

Para apoyar su tesis hacen referencia al caso del hundimiento del Titanic que chocó con un enorme témpano de hielo a la deriva. Se sabe que Lord Canterville llevaba en aquel barco desde Inglaterra a Nueva York la momia de una famosa pitonisa egipcia de la época de Amenofis IV encontrada en Tell-el-Amarna. Debido a su extraordinario valor y a su delicadeza, no se había atrevido a guardarla en las bodegas sino que iba detrás del puente de mando. Según relata Vandenberg, relacionaron la presencia de la momia con la extraña conducta inusual en el capitán que mandaba el barco, el Capitán Smith que hizo y dijo cosas extrañas aquel 14 de abril de 1912, día del hundimiento, algunas de las cuales estuvieron en relación con el mayor número de víctimas.

También ha sido motivo de preocupación para muchos el hallazgo en Egipto, de una serie de jeroglíficos bajo tierra, grabados en rocas, en zonas donde se explotaban minas desde lejanas épocas. Precisamente estos jeroglíficos aparecieron en los lugares donde se tapiaban las galerías y lo más extraño es que aún no han podido ser descifrados.
Todo esto ha dado pábulo a algunos investigadores para creer en la existencia de radiaciones como causa racional que explicaría la "maldición de los faraones".

HIPOTESIS DEL ASPERGILLUS NIGER

El 3 de noviembre de 1962, el Dr. Ezz Eldin Taha, médico biólogo de la Universidad de El Cairo, convoca una conferencia de prensa durante la que comunica que ha examinado a numerosos arqueólogos y en todos ha descubierto la presencia de un hongo, el Aspergillus niger, que provoca fiebre e inflamación de las vías respiratorias. Considera que ésta puede ser la explicación de la supuesta "maldición de los faraones".

Hacía tiempo que los arqueólogos conocían una infección que a veces padecían llamada "sarna copta", por la que aparecían eczemas en la piel de las manos y a veces afecciones de las vías respiratorias.

El Aspergillus vive en las momias y en los sepulcros cerrados. La "maldición de los faraones" según él, podía combatirse con antibióticos. Trataba así de desmitificar la famosa "maldición".

Poco después de la conferencia de prensa, viajaba de El Cairo a Suez atravesando el desierto por una carretera rectilínea acompañado de dos de sus colaboradores. A unos 70 Km. al Norte de El Cairo chocó frontalmente con otro coche que venía en dirección contraria tras un brusco viraje. Murió instantáneamente con sus dos ayudantes.

HIPOTESIS DEL VENENO

Otra de las teorías que se han emitido para explicar racionalmente la "maldición de los faraones", ha sido la del veneno. Se pensó que al enterrar en su tumba la momia de alguno de los grandes personajes, especialmente los Faraones del antiguo Egipto, los sacerdotes, hábiles en la preparación de substancias tóxicas hubiesen podido colocar alguna de estas substancias capaz de producir la muerte a quienes penetrasen en la tumba después de haber sido sellada.

Estos venenos podían haber sido utilizados en forma de polvos extendidos sobre el cuerpo mismo de la momia o en sus cercanías. O bien haber sido aplicados en forma de substancias que se volatilizarían lentamente produciendo una atmósfera venenosa que al ser inhalada por el violador de la tumba acabaría con él disuadiendo a los demás que quisieran entrar para desvalijar los tesoros del ajuar funerario.

Se basarían los defensores de esta hipótesis en detalles como por ejemplo el de que los ladrones de tumbas siempre hacían un agujero en la puerta sellada de un tamaño muy inferior al que era necesario para poder pasar un cuerpo. Ese agujero, según esta teoría, tendría por finalidad hacer salir el gas venenoso, del que ya tendrían alguna experiencia por haber visto morir a algunos de sus compañeros en ocasión anterior.

El mismo Carter siguió esta técnica, introduciendo una vela y él lo explica diciendo que así "se prevenía de la existencia de algún gas venenoso". Por lo tanto, con su experiencia de Egipto, se ve que ya había oído esta teoría y crédulo o no, prefirió asegurarse antes.

Otro detalle es la existencia de cadáveres de ladrones de tumbas hallados cerca de la momia, muertos por causa desconocida. Ya hemos hablado de la explicación de esto por el enrarecimiento del aire a causa de haber encendido hogueras o teas que consumieron el oxígeno causando la asfixia de los intrusos.

Los egipcios conocían la existencia y la obtención del ácido prúsico o cianhídrico a partir de los huesos de melocotón. Este gas causa la muerte instantánea por asfixia. El hecho de cerrar herméticamente la tumba como se hacía en Egipto, contrasta con el precepto religioso egipcio de dejar aberturas para que el ka pudiera salir.

Lo que más llamaba la atención de algunos investigadores es el alto índice de depresiones y enajenaciones mentales que padecieron los arqueólogos dedicados al manejo de tumbas y momias egipcias.

También conocieron los egipcios el mercurio que se volatiliza en frío, siendo sus vapores peligrosos para el sistema nervioso. Su falta de olor lo hace más peligroso todavía.

Los trabajos del Comandante Robert Philips, oficial médico y Delegado naval para las investigaciones científicas de El Cairo, demostraron que no había veneno alguno en las tumbas capaz de producir la muerte a quienes entrasen en ellas.

HIPOTESIS DE LA HISTOPLASMOSIS

El año 1956 las investigaciones rutinarias de un científico, el Dr. John Walter Wiles, de la Sociedad Geológica de Rhodesia del Sur, realizadas en una gruta subterránea cerca de la presa de Kariba, le llevaron a estudiar los depósitos de guano de murciélagos o murcielagina, a 145 metros de profundidad, almacenada durante miles de años por las enormes cantidades de murciélagos que habitaron aquellas cuevas desde tiempo inmemorial. Como es sabido el guano de murciélagos es un excelente fertilizante. El Dr. Wiles permaneció una semana dentro de la gruta, estudiando el guano, calculando el volumen que podría tener el yacimiento. A la semana, después de haber inhalado el fino polvillo que se desprendía de aquel material, se sintió sofocado y cuando llegó a su casa a Ciudad de El Cabo, el pecho le ardía como si le hubiesen quemado por dentro.

Su esposa llamó inmediatamente al Dr. Dean, su médico de cabecera. Wiles negó que le pasara nada, pero cada vez se sentía peor. Llamaron a un especialista que hizo un análisis de sangre, temiendo que fuese paludismo. No halló nada. Los días siguientes comenzó a sentir fuertes dolores, no sabiendo en qué postura ponerse. El diagnóstico del médico fué que se trataba de una enfermedad de la sangre que no pudo especificar y una inflamación de los pulmones (neumonía y pleuresía). Fué llamado en consulta el Dr. Geoffrey Dean del Hospital Geoffrey de Port Elizabeth, quien al saber que había estado en una cueva recordó una conferencia que hacía años había escuchado sobre una enfermedad llamada Histoplasmosis, de la que se habían informado 130 casos, para la que no había ningún medicamento específico. Tomó muestras de sangre del enfermo y las envió por vía aérea a los Estados Unidos, mientras trataba al paciente con penicilina y otros antibióticos. El paciente mejoró y se salvó. De Nueva York habían llegado los resultados del examen de la muestra de sangre, positiva por Histoplasmosis.

Preocupado por la muerte de los egiptólogos, realizó una serie de trabajos de investigación que le llevaron a la conclusión de que la causa de la muerte de la mayoría de los excavadores de tumbas egipcias era la histoplasmosis.
La Histoplasmosis está producida por un microhongo, el Histoplasma capsulatum, que se encuentra en las deyecciones de los murciélagos. Hay varias formas clínicas: una benigna que cursa con catarro bronquial febril y que cura en un par de semanas dejando una inmunidad contra la enfermedad. Hay otra forma grave, más rara, que puede producir la muerte, especialmente en personas con procesos pulmonares crónicos que han debilitado su sistema respiratorio. Así y todo la mortalidad es del 1 %.

Así que dado el número de arqueólogos, ayudantes y obreros que han trabajado durante muchos años excavando tumbas en el Valle del Nilo, la incidencia de Histoplasmosis pulmonar tendría que haber sido enorme y no hay nada que lo demuestre. Arqueólogos como Petrie, Maspero y Mariette, visitaron cientos de tumbas y todos murieron a edades avanzadas sin haber tenido ninguna enfermedad parecida a ésta.

LA INMUNIDAD DE CARTER

Howard Carter estuvo muy directamente en contacto con la tumba de Tutankhamón y sin embargo no le sucedió nada. Nunca vió un murciélago por allí que por otra parte con la tumba herméticamente sellada no hubiera tenido la oportunidad de vivir en ella. No había murciélagos en las tumbas de los faraones. Carter murió a los 70 años, el 2 de marzo de 1939, mucho después del descubrimiento de la tumba del Faraón. Pero Carter llevaba muchos años de excavaciones, siempre en contacto con tumbas y momias. Sí es cierto que repetidas veces se sintió enfermo, decaído, abatido, con sensaciones de sofocos en la cabeza, cefaleas e incluso tuvo momentos o épocas de depresión, atribuíbles a los muchos problemas que su carácter recto tuvo que producirle. Estuvo en contacto con gérmenes, mosquitos y virus propios de Egipto, fué picado por insectos y hasta por alacranes. Todos estos contactos debieron llegar a inmunizarle de alguna forma contra muchas de las enfermedades propias del área y algunos creen que por eso no le sucedió nada.

No sabemos si Carter tuvo alguna infección con eczema de la piel, de tipo pruriginoso. Sería interesante saberlo. Hay una posibilidad en la que nadie ha pensado nunca y es la de que ciertos ácaros microscópicos que siempre desarrollan su actividad en las momias y cadáveres desecados hayan podido ser causantes de alguna de las infecciones sufridas por diversos arqueólogos. Sabemos la existencia de la "sarna de los coptos" sufrida por quienes manejaban antiguos papiros. Esto es un indicio importante. Los ácaros son parte de la llamada "Octava escuadra de la muerte" que conocemos muy bien los que nos dedicamos a la Antropología Forense. Su misión es destruir los restos desecados de partes que quedan después de haber pasado las escuadras de dípteros, coleópteros, lepidópteros y demás insectos de las otras siete escuadras de la muerte. Estos ácaros son arácnidos microscópicos de la familia del "arador de la sarna", el Sarcoptes scabiei, capaz de producir tremendas lesiones pruriginosas en el cuerpo, especialmente en las manos. Algún ácaro puede haber sido transmisor de un virus capaz de matar.

Fuente: http://terraeantiqvae.blogia.com/2005/011202-el-enigma-de-la-maldicion-de-los-faraones.php