Zodiac: El asesino de la bahia

Escrito por Carlos Cabezas Lopez.

Zodiac: El asesino de la bahia

A finales de los años 60, un enigmático asesino serial azotó la bahía de San Francisco. Se trataba del "Asesino del Zodíaco", uno de los casos que han supuesto un mayor reto a los investigadores criminales. Con muertes en su haber tan misteriosas como indescifrables, Zodiac (apodo con el que se auto bautizó) jamás pudo ser detenido o identificado y ni mucho menos olvidado. Tantas dudas y controversia ha sabido generar en los investigadores a lo largo del tiempo, que a día de hoy la policía no sabe con exactitud cuantos crímenes son atribuibles a este asesino.


Seguramente en aquella noche del viernes 20 de diciembre de 1968, la joven pareja compuesta por David Arthur Faraday, de 17 años y Betty Lou Jensen, de 16, no esperaban el final que se les avecinaba. Estaban tranquilamente estacionados en la zona del lago Herman, en el vehículo que era propiedad de Faraday, sin saber que estaban a punto de convertirse en las dos primeras víctimas -de siete oficialmente reconocidas- de la lista negra del Asesino del zodíaco.

Tanto la familia Faraday como la Jensen no lograban comprender por qué estos dos jóvenes habían sido acribillados. El muchacho, con un certero disparo en la cabeza. La chica, con cinco balazos calibre 22 en su espalda. Mientras, la comunidad permanecía en estado de shock ante este crimen inaudito y aparentemente injustificado. Pero este era tan solo el primero de una serie de episodios que conmocionarían no solo a la zona de San Francisco, sino a toda la nación.

Nada se pudo esclarecer sobre este primer suceso, a pesar de las arduas e infructuosas investigaciones que la policía de la zona estaba llevando a cabo. Tendría que ser con el segundo acto cuando se revelarían los primeros detalles. El 4 de julio de 1969 por la noche, Darlene Ferrin, de 22 años y Mike Mageau, de 19, eran asesinados en circunstancias similares al anterior crimen irresuelto. A los pocos minutos una llamada era recibida en el departamento policial de Vallejo: un hombre se adjudicaba el hecho, revelando pormenores de lo acontecido. También se proclamaba como el autor de las muertes de Faraday y Jansen. El primer contacto con el criminal estaba realizado.

Los días siguientes, el asesino siguió entregando pistas. Tres periódicos locales recibieron correspondencia el 31 de ese mismo mes, donde cada sobre contenía un tercio de un extraño mensaje encriptado. Esa misiva, una vez unida, revelaba una comunicado escabroso, donde decía:

"Me gusta matar gente porque es mucho más divertido que matar animales salvajes en el bosque, porque el hombre es el animal más peligroso de todos. Matar algo es la experiencia más excitante, es aún mejor que acostarse con una chica. Y la mejor parte es que cuando me muera voy a renacer en el paraíso y todos los que he matado serán mis esclavos. No daré mi nombre porque ustedes tratarán de retrasar o detener mi recolección de esclavos para mi vida en el más allá ebeorietemethhpiti"

Esos últimos dieciocho caracteres permanecen indescifrados. Además, firmaba cada carta con su símbolo, similar a una mira. Zodiac simbolo

En su siguiente carta enviada a los pocos días, reveló otros detalles de los crímenes cometidos y firmó el mensaje con su apodo, Zodiac.

La próxima víctima sería otra pareja de jóvenes, en este caso compuesta por Bryan Hartnell y Cecelia Sheppard. Esta vez Zodiac no utilizó armas de fuego y prefirió un cuchillo para llevar a cabo su acometida. La mujer, que falleció en el acto, recibió diez puñaladas y el hombre seis. Pero por fortuna logro sobrevivir y aportó algunos datos más a la investigación: "Era un hombre de constitución fuerte y unos 180 cm de estatura, se presentó con capucha y una especie de manto negro sobre el pecho que contenía el símbolo de la mira, dijo haber escapado de una prisión de Colorado y que necesitaba el coche para irse a México". Además, grabó con cuchillo las fechas de los asesinatos previos en la puerta del automóvil de Hartnell. Vallejo 12-20-68, 7-4-69, Sept 27-69-6:30.

Si bien a día de hoy, todavía los investigadores no logran ponerse de acuerdo en cuantas fueron las víctimas del Asesino del Zodíaco, la gran mayoría de investigadores dedicados al tema coinciden en que son siete las victimas que son totalmente atribuibles al desconocido criminal.

Justamente, la séptima persona en recibir un ataque de Zodiac fue Paul Lee Stine. El taxista de 29 años, que recibió un certero disparo de una 9mm en su cabeza, cayó abatido dentro de su vehículo el 11 de octubre de 1969.

Lo más destacado que dejó la investigación de ese último caso atribuible a Zodiac es el retrato robot de la que sería su cara, posiblemente la imagen más difundida del rostro del supuesto asesino. Tres personas que vivían cerca de la zona del crimen, pudieron, a pesar de la poca visibilidad que había ese día, aportar lo que habían observado.

Dentro de la nebulosa de dudas que supo sembrar Zodiac a lo largo de su carrera criminal, está el número de crímenes que realmente cometió. Algunos investigadores afirman que, al menos, pueden llegar a ser alrededor de 50 víctimas, pero el mismo asesino se ha atribuido a través de sus cartas unos 37 hechos, no todos comprobables y muchos serian posibles tretas que el ingenioso y confuso criminal ponía en el camino para desviar las investigaciones.

Algunos de los casos que se suponen pueden haber sido parte del historial de Zodiac comparten muchas similitudes con los que verdaderamente llevó a cabo. Varios años antes del primer ataque de Zodiac, en 1963, una joven pareja fue asesinada en circunstancias muy similares al primer y tercer ataque. La muerte de Cheri Bates, en 1966, también estuvo signada por las características del criminal. Pero se cree que él no fue quien el autor del hecho, sino el que realizó las cartas enviadas a periódicos de la zona atribuyéndose la autoría del suceso, algo que todavía no ha sido comprobado.

"La policía nunca me capturará, porque soy muy listo para ellos", escribió en una de sus cartas y sus palabras no podían ser mas premonitorias. Precisamente en esa forma de actuar tan confusa e ilógica, reside una de las más grandes dificultad que Zodiac ha planteado a los investigadores, ya no solo oficiales, sino privados y amateurs también, desbordando a todos con su ingenio y astucia.

Sus cifras encriptadas, la forma con que redactaba sus mensajes, el particular simbolismo que utilizaba en sus misivas no hicieron más que poner en acuerdo y desacuerdo a los investigadores en varias cuestiones. De todos modos, ninguno de ellos pudo estar siquiera cerca de atraparlo, a pesar de que el asesino dejó en las escenas de sus crímenes gran cantidad de evidencias, como huellas dactilares o manchas de sangre.

A pesar de que la policía en un momento barajó una lista de aproximadamente 2500 sospechosos, solo unos pocos fueron señalados como los posibles asesinos que se escondían bajo el alter ego de Zodiac. Rick Marshall fue uno de ellos: tenía un parecido físico bastante similar al retrato robot del que se creía del asesino y vivió, casualmente, en la misma zona, coincidente en tiempo y forma, de varios de los crímenes perpetrados. Lawrence Kane también reunía varios requisitos que podían hacer creer que él era el misterioso asesino. Michael O'Hare, Ted Kaczynski (quien luego sería identificado como el famoso unabomber) y Bruce Davis (miembro del clan Manson) fueron los sospechosos que mas se acercaban con el perfil del asesino.

Retrato Robot de Zodiac

Pero sin lugar a dudas, el máximo sospechoso de ser Zodiac Killer siempre fue Arthur Leigh Allen, un pedófilo que estuvo entre rejas a mediados de los 70, justo cuando Zodiac dejó de actuar. Allen llevaba un reloj marca Zodiac con el mismo simbolo que utilizaba el asesino para firmar sus cartas y era un admirador de la película 'El malvado Zaroff', citada por Zodíaco en sus cartas. De todos modos, este hombre fallecido en 1992, nunca pudo ser señalado oficialmente como el culpable de todos los confusos episodios. Incluso ni siquiera comparando su ADN con las muestras obtenidas en las cartas.

Diversas teorías y múltiples teorías del por qué de los crímenes ha dejado este renombrado caso, que provocó no solo el terror de toda una zona sino también una especie de culto macabro en torno a su figura. Tal vez el caso más renombrado relacionado con el asesino del zodíaco fue el de Heriberto Seda. Este hombre, claramente inspirado por Zodiac, clamaba que mataría una persona de cada signo zodiacal cada 21 días. Consiguió atacar a nueve personas antes de ser apresado, en 1996.

El asesino del Zodiaco ya ha trascendido los límites del ámbito estrictamente policial para convertirse en un caso mítico de dimensiones públicas. Tanto las series televisivas, como el cine (el conocido director David Fincher rodó un film sobre los hechos) han llevado al criminal a la gran pantalla. Aun así, la serie de asesinatos cometidos por Zodiac continuará siendo uno de los más grandes misterios de la historia criminalística, al menos hasta que pueda establecerse fehacientemente a quien le corresponde la autoría de las muertes. Algo que, por el momento y casi cuarenta años después, parece bastante improbable.
Por Carlos Cabezas López
Mapa de los Crimenes


BIBLIOGRAFIA:

"Zodiac Killer." Zodiackiller.com is tracking California's elusive and notorious Zodiac killer. Crime scene photos, Zodiac's letters and codes, the latest case news.23 MAY 2007. 23 May 2007 .

Wark, Jake . "The Zodiac Killer / Zodiac Murders." Crime Library, criminal minds and methods. 23 MAY 2007. Crime Library. 23 May 2007 .


Fuente de nota:

http://www.casoabierto.com/sucesos/terrorismo/719-zodiac-el-asesino-de-la-bahia.html

http://criminalistic.org/images/imas1/zod.jpg

Historia de la balistica forense

Escrito por Bernardo Marte Feliz.

Autor: Bernardo Marte Feliz

Correo Eléctronico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Cargo: Investigador Público de la Oficina de la Defensa Pública del Distrito Nacional.

Perfil del Autor: Abogado egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en el año 2007, Primer Investigador Judicial egresado de la Escuela Nacional de la Judicatura en el año 2003. Actualmente es el Encargado de la Unidad de Investigación Pública D.N. Región Sureste además de realizar funciones de Investigador Público.

Curso Virtual: Ciencias Forenses

Docentes: Doctor Sergio Sarita y Coronel Héctor J. Díaz

Título del Texto: “Historia de la Balística Forense”

Resumen del Texto: En la ciudad de Londres en el año 1835 no había cuerpo de policía, tan solo un pequeño grupo de “ayudantes” reclutados por el juez de paz de Wesminster Hemry Fielding, a los que se les conocía como los “Bow Street Runners”, dedicado a investigar los crímenes utilizando métodos poco ortodoxos, e incluso no muy legales.

Henry Goddard, uno de estos “peculiares investigadores”, al observar una bala extraída del cuerpo de una víctima de un asesinato, se percató de la existencia de una llamativa protuberancia o abultamiento en la misma.

Dado que por aquélla época las armas de fuego eran de avancarga y los tiradores habitualmente hacían mediante un molde sus propios proyectiles, nuestro avezado investigador pensó que si encontraba el molde encontraría al asesino…

 

“Historia de la Balística Forense”

En la ciudad de Londres en el año 1835 no había cuerpo de policía, tan solo un pequeño grupo de “ayudantes” reclutados por el juez de paz de Wesminster Hemry Fielding, a los que se les conocía como los “Bow Street Runners”, dedicado a investigar los crímenes utilizando métodos poco ortodoxos, e incluso no muy legales.

Henry Goddard, uno de estos “peculiares investigadores”, al observar una bala extraída del cuerpo de una víctima de un asesinato, se percató de la existencia de una llamativa protuberancia o abultamiento en la misma.

Dado que por aquélla época las armas de fuego eran de avancarga y los tiradores habitualmente hacían mediante un molde sus propios proyectiles, nuestro avezado investigador pensó que si encontraba el molde encontraría al asesino.

Goddard se lanzó a registrar las casas de los sospechosos, y cuando procedía al registro de la vivienda de uno de ellos, al examinar el molde con el que fabricaba las balas de plomo, pudo observar que en el interior del molde había una pequeña hendidura.

Procedió a fabricar un proyectil al compararlo con el que se extrajo del cuerpo de la víctima pudo ver que los abultamientos de ambas eran idénticos.

En la Alemania de 1898, un médico forense berlinés, el Dr. Paul Jeserich, asistía en calidad de experto al tribunal de la ciudad alemana de Neuruppin en un caso de asesinato era partidario de la teoría que afirmaba que el proyectil al recorrer el ánima del cañón y rozar con las estrías de éste a gran presión, sufría una serie de lesiones y por lo tanto si se realizaba otro disparo con el arma del criminal, el deslizamiento por el ánima del cañón produciría unas lesiones en la bala iguales a las que tenía la extraída del cuerpo de la víctima, siempre y cuando el arma empleada fuera la misma. -Dando nacimiento a la Balística interior.-

Con esta idea realizó un disparo de prueba, fotografió las dos balas, amplió las fotos y se dio cuenta de que las lesiones dejadas por las estrías y los campos del ánima del cañón en la “bala testigo”, eran idénticas a las que tenía la “bala dubitada”.-Balística Comparativa.-

Comienza el siglo XX, poco a poco otros investigadores fueron creando nuevos métodos de investigación, que irían dando a conocer en sus asesoramientos a los tribunales de justicia. Uno de ellos, Richard Kockel, siendo director del instituto forense de la ciudad de Leipzig, efectuó las primeras pruebas del “desarrollo” del cuerpo de la bala realizando negativos de la misma en láminas de cera y óxido de cinc.

El profesor Balthazard a quien llamó la atención que en el culote de la vaina existieran una serie de marcas y que éstas eran producidas al incidir sobre él la aguja percutora en el momento del disparo. Y eso no era todo. La culata del cierre de la recámara también producía una serie de lesiones en el culote del cartucho, e incluso el extractor y el expulsor dejaban marcas características en la vaina. Balthazard había descubierto un camino muy importante.-Balística Interior.-

Año 1917, Charles E. Wite asistió como ayudante al Presidente de la Comisión de Investigación nombrada por el Gobernador del Estado, encargada de revisar la no muy fiable sentencia dictada por un tribunal del condado de Orleans en el proceso que investigó y juzgó el caso del doble asesinato cometido en la noche del 21 de marzo de 1915 en una granja del pequeño pueblo de West-Shelby, en donde su propietario Charles B. Phelps y su ama de llaves Margarett Walcott fueron asesinados a tiros con un arma del calibre 22.

Dos trabajadores de la granja Charles E. Stillow y su cuñado Neldon Green, fueron acusados y condenados en un proceso que estuvo repleto de irregularidades.

Del cuerpo de Charles B. Phelps se extrajeron tres balas del calibre 22, y a Stillow, se le requisó un revolver del mismo calibre. El fiscal del caso contrató a Albert Hamilton, uno de los abundantes y poco fiables “expertos” en balística que pululaban en aquélla época alrededor de los tribunales de justicia de los EE.UU ofreciendo sus servicios para asesorar como “técnicos en balística”, y que en la mayoría de los casos siempre se inclinaban a dar la razón a la parte que lo contrataba.

Hamilton, tras inspeccionar el revolver de Stillow y observar mediante un microscopio los tres proyectiles extraídos del cadáver, realizó un dictamen demoledor para los acusados. Dijo que junto a la boca del cañón del revolver había una muesca, y ésta misma muesca aparecía marcada en las balas, lo que le sirvió para decir que: “las balas asesinas sólo pudieron ser disparadas por el revolver del acusado”.

Al proceder a la revisión del caso, se efectuarón varios disparos de prueba para obtener balas testigo, que posteriormente fueron mandadas junto con las dubitadas, a la compañía óptica Bausch & Lomb, con el encargo de buscar las muescas que Hamilton dijo haber encontrado.

Mediante un estudio con los aparatos ópticos mas precisos de que se disponía intentaron localizar las muescas, no siendo capaces de dar con ellas ni en las balas extraídas del cadáver ni en las que se obtuvieron en los disparos realizados de prueba.

Sin embargo, se efectuó un importante descubrimiento. Tanto las balas del crimen, como las de prueba tenían cinco estrías, pero con una gran diferencia: las estrías del arma de Stillow eran normales y regulares, y así se podía apreciar en las balas obtenidas al efectuar los disparos de prueba, pero en las balas dubitadas había quedado marcado un campo intermedio de una anchura anormal. El arma utilizada para cometer el crimen tenía un defecto de fabricación que no tenía el arma propiedad de Stillow.

Stillow fue declarado inocente, pero había pasado tres años en presión estando a punto de morir en la silla eléctrica a causa de un falso informe de un no menos falso especialista en balística.

Charle E. Waite, quedó muy impresionado a causa de lo ocurrido, y se prometió a sí mismo que intentaría dar con un sistema fiable y capaz de identificar el arma utilizada en un crimen mediante el estudio del cartucho empleado.

Con esta idea en mente se lanzó a visitar las fábricas de armas más importantes de los EE.UU y a continuación las europeas, solicitando los datos exactos de las características de las armas que fabricaban. A finales de 1923, después de cuatro años de viajes e intenso trabajo realizó descubrio que habían diferenetes calibres, número y orientación de las estrías, de manera que estas podían estar orientadas a izquierda o a derecha, y sus ángulos de torsión podían ser distintos.

Waite con todos estos datos de fabricación realizó una especie de atlas o catálogo técnico de la mayoría de las armas existentes en aquella época, recogiendo los “caracteristicas de clase” que definen a todas las armas que son de un mismo tipo, marca y modelo, pudiendo llegar a determinar mediante la observación y posterior consulta de las lesiones producidas por estampación en la vaina, o por deslizamiento en la bala, qué modelo de arma había sido empleado en un crimen, llegando a diferenciar si el cartucho empleado procedía de un revolver Colt Army Mod. 1873 ó de un Smith Wesson Ejército Nº3.

Pero estos resultados aparentemente satisfactorios sólo solucionaban una parte del problema, puesto que no era factible diferenciar un Colt Army Mod. 1873 de otro Colt Army Mod. 1873.

Hacía falta encontrar unos “características individualizantes” que permitieran distinguir dos armas del mismo tipo, marca y modelo.

La solución a este nuevo problema la encontró observando el proceso de fabricación del cañón de una pistola.

El cañón es fabricado y pulido en un bloque cilíndrico de acero, al que mediante una cortadora automática de acero se procede a labrar en él las estrías. Aunque en este proceso se utilizan máquinas de gran calidad y precisión, durante el mismo hay que interrumpir frecuentemente el trabajo para afilar las cuchillas de las máquinas.

Si se observa al microscopio el filo de la cuchilla de una cortadora se verá que este no es recto, sino dentado. Por lo tanto, el orden y la medida del dentado es forzosamente distinto en cada filo produciéndose cada vez que estos son afilados cambios en los mismos que luego podrán ser observados en cada una de las estrías.

Si a todo esto se le suma la acción abrasiva, causada por las virutas de acero que se producen en el proceso y que la cortadora empuja a lo largo del interior del cañón durante la fabricación del mismo, nos dará como resultado en cada arma unas características que no se repetirán jamás.

Si tenemos en cuenta que la bala al pasar por el ánima del cañón sufre dos tipos de lesiones: las primeras causadas por las estrías del ánima, que en la bala se convertirán en campos, y las segundas causadas por los campos del ánima, que darán como resultado las estrías en la bala, podemos llegar a decir que la bala, después de recorrer el ánima del cañón, se convierte en el negativo de éste.

Aquí estaba la solución, ahora sólo era preciso encontrar éstas mismas diferencias en las balas. Y esto sólo era posible con un buen microscopio.

Waite explicó su idea al óptico Max Poser y le pidió que le fabricara un microscopio para poder verificarla. El óptico le fabricó un microscopio dotado con un soporte que mantenía sujeta la bala, y con una escala de medición que permitía medir las lesiones mas insignificantes que existieran en la misma.

Waite avanzaba poco a poco, pero por el camino correcto, cuando entusiasmados por el desarrollo de las investigaciones, se le unieron el físico John H. Fisher y el químico y gran especialista en microfotografía Philipp O. Gravelle. Gracias a esta unión nació en Nueva York el primer instituto de balística forense del mundo Bureau of Forensic Ballistics. El gran salto se había dado.

Fisher aportó a la investigación dos grandes inventos, con el primero de ellos desarrollado basándose en la idea del Citoscopio médico, construyó un aparato que servía para ver con todo detalle el interior del cañón de un arma de fuego.

La segunda aportación fue un nuevo microscopio calibrador con una mayor precisión que el fabricado anteriormente por Poser, y que permitía medir con muchísima más precisión los campos intermedios, las estrías, y la orientación de las mismas.Con éste nuevo microscopio Gravelle pudo observar gran cantidad de proyectiles disparados por distintas armas de un mismo modelo. Pero no estaba del todo satisfecho, puesto que para comparar un proyectil con otro había que observarlos por separado lo cual suponía mayor imprecisión que examinándolos a la vez.

Gravelle se puso a pensar y se le ocurrió la idea que daría a la balística uno de los fundamentos científicos mas importantes.

Cogió dos de los microscopios calibradores y los unió mediante un dispositivo óptico gracias al cual se podían observar dos proyectiles juntos superponiéndolos en una sola imagen y lograr que ambas giraran de manera que se pudieran comprobar viendo las coincidencias y diferencias que hubiera en las mismas.

El microscopio comparativo de Gravelle veía la luz.

Por estas fechas al equipo de Waite se unió un nuevo miembro el doctor Calvin Godarte que al poco tiempo de manejar el microscopio comparativo podía distinguir si una bala dubitada y una testigo habían sido disparadas por la misma arma. Y eso no era todo.

Goddart siguiendo el camino que había iniciado el profesor Balthazard, comenzó a observar el culote de las vainas disparadas encontrando que las lesiones producidas por las máquinas empleadas en la fabricación de la aguja percutora o del bloque de cierre del arma que había realizado el disparo, coincidían con las lesiones que aparecían en el culote de la vaina empleada.

Desde 1925, en que Gravelle inventó el microscopio comparativo, hubo que esperar a la primavera de 1927, cuando en el proceso Sacco-Vanetti, Calvin Godarte lo dio a conocer realizando con él un dictamen modélico en la historia de la Balística Forense.

Fuente de nota
http://enj.org/blog/?p=373

Fuente de imagen
http://www.municion.org/Efectos/9CurtG.jpg