Mitos y realidades de las mariposas negras

Publicado en Entomología

Entre los seres vivos, una de las clases más numerosas es la de los insectos. Tres de cada cuatro animales son insectos. Dentro de éstos, las mariposas y polillas —conocidas comúnmente como mariposas negras— son el segundo grupo más grande (el primero es el de los escarabajos). Existen más de 165 000 especies de mariposas, de las cuales 145 000 son polillas o, mejor dicho, mariposas nocturnas.

Mariposas diurnas y mariposas nocturnas
No hay una gran diferencia entre las mariposas diurnas y las nocturnas; son tan similares que se las puede confundir fácilmente. Como su nombre lo indica, las mariposas diurnas vuelan de día y las nocturnas o polillas lo hacen de noche. Las mariposas —refiriéndonos con este nombre a las de hábitos diurnos— poseen alas de colores llamativos y brillantes como amarillo, rojo, verde, púrpura, azul, naranja, a veces con reflejos metálicos, mientras que las polillas poseen alas con colores oscuros como negro, café o gris y, por lo general, son opacas. Cuando se posan, las mariposas colocan sus alas hacia arriba, sobre su tórax, y las polillas las mantienen extendidas a los lados del cuerpo. Las antenas de las mariposas son en forma de ‘clava’, mientras que las de las polillas son ‘plumosas’. Estas diferencias son las que permiten distinguir entre estos grupos de animales cuando los encontramos en la calle o los parques. Sin embargo, como en toda regla hay excepciones; hay polillas que vuelan de día y que tienen alas con colores vivos como el anaranjado o el azul (figura 1) y mariposas que poseen alas de colores apagados y sin brillo.

 
 

A casi todo el mundo le gustan las mariposas pero, por lo general, las polillas no despiertan el mismo agrado; al contrario, a la mayoría de las personas les causan disgusto, incluso aversión. Si bien entre ellas encontramos animales excepcionales, no sólo por sus características anatómicas sino también por el papel que desempeñan en la trama alimenticia y, ¿por qué no?, por su utilidad para el hombre, son las características que causan desagrado las que han dado ‘mala fama’ a estos insectos.

¿Mitos o realidades?
Hay una gran cantidad de mitos y leyendas acerca de las polillas. Ya en el antiguo Egipto existían, lo que queda probado por su presencia en los códices y pinturas de esa época. Muchos mitos han cambiado y otros más se han ido creando a lo largo del tiempo; conozcámoslos un poco mejor.

El mito más común y conocido es aquel que señala que encontrar una mariposa negra descansando en el umbral de una puerta, en una ventana o bajo los tejados y aleros es señal de mala suerte o de muerte. Este mito es de fácil explicación, pues los colores oscuros de las polillas, en la cultura occidental, han sido asociados con la muerte y la pena. 

Las polillas se alojan en ciertas partes de nuestras casas ya que, al ser de hábitos nocturnos, durante el día buscan refugio para resguardarse de la luz. Simplemente están descansando, de paso hacia su recorrido de cada noche. En algunas ocasiones, a pesar de lo que cabría esperar, llegan en entrar a las habitaciones porque son atraídas por la luz artificial; pero esto les causa una grave desorietación y confusión que seguramente asusta más a las mismas polillas que a las personas.

Otro mito muy conocido sobre las polillas señala que el ’polvo’ que sueltan sus alas causa ceguera. Nada más falso. Ese polvo está formado por las escamas que cubren sus alas. Éstas son muy pequeñas y al liberarse en gran cantidad forman un polvo muy fino. De estas escamas proviene el nombre de la familia de las mariposas: los lepidópteros. Esta palabra proviene del griego, lepidos, ‘escama’, y ptera, ‘ala’, que quiere decir, literalmente, ‘alas escamadas’ o ‘alas con escamas’ (figuras 2, 3 y 4). Estas estructuras no son más que pequeñas extensiones o crecimientos del exoesqueleto de los lepidópteros y su componente principal es la quitina, una proteína.

 
 

Las escamas se desprenden muy fácilmente, incluso al tocar las alas levemente y, como son muchas, forman un fino polvo. Una pérdida importante de escamas es peligrosa para el animal pues deja desprotegida una parte del ala, lo que facilita roturas. En las personas sólo causará una sensación desagradable, como la provocada por cualquier tipo de polvo que penetre en los ojos y vías respiratorias y, en las más sensibles, provocará estornudos, tos o síntomas alérgicos, pero sin mayores daños. Cuando llega a entrar en los ojos, éstos reaccionarán de la misma manera que ante cualquier objeto extraño, se irritarán, enrojecerán y lagrimearán hasta expulsarlo.

Existe también una difundida creencia de que las polillas son venenosas y que si las aves o mamíferos las comen, mueren. Hasta la fecha no se conocen polillas venenosas, pero sí mariposas y polillas que tienen un desagradable sabor, generalmente muy amargo. Éste ha sido desarrollado como mecanismo de defensa, para ‘enseñar’ a sus posibles depredadores que no se las coman. Se ha observado que su ingestión puede causar vómito y algún desorden digestivo, pero no la muerte. Este sabor peculiar lo adquieren las larvas al alimentarse de algunas plantas que tienen determinadas toxinas que se transmiten a la forma adulta, lo que, simplemente, es una estrategia para sobrevivir.

Asociada con la anterior, existe la creencia de que las polillas escupen veneno pero..., si no son venenosas, ¿cómo van a escupir veneno? Esta idea proviene de que excretan un líquido llamado ‘meconio’, de un color que puede ir del café oscuro al rosado y que tiene aspecto lechoso. Es una sustancia que las ayuda en el proceso de estirar las alas al salir del capullo, cuyos sobrantes son desechados. Es totalmente inocuo para los humanos o cualquier otro animal.

En regiones de clima caliente hay polillas con requerimientos alimenticios muy particulares que completan su dieta con el sudor de los mamíferos grandes, que les suministra sales que no pueden adquirir de otros alimentos. Al ver posarse el lepidóptero, mucha gente supone que está chupando la sangre del mamífero. Esto es imposible; para poder hacerlo necesitaría de dientes o alguna estructura en su aparato bucal que le permitiera, primero, hacer la herida y, luego, succionar la sangre. Recordemos que ningún lepidóptero tiene dientes, ni colmillos, ni estilete, ni aguijón, y que su boca consiste en una espiritrompa (lengua de las mariposas que cumple la función de un popote).

Lo que sí llega a suceder es que al mismo tiempo que sorbe el sudor, la polilla encuentra lágrimas y, al buscar la fuente de éstas, llega a chupar directamente sobre el ojo del animal y a causar irritación o, a veces, una pequeña infección.

Las polillas en las artes y en la mitología
Las mariposas y polillas han sido representadas en las artes como la pintura, la literatura, la poesía, etcétera. También son usadas como alimento en ciertas regiones de México y otros países. Los aztecas las plasmaron en los códices y comían las larvas de algunas especies. Muy popular —y considerada un platillo exquisito— fue, y aún es, la larva de la mariposa megatímido —que por cierto no tiene una apariencia muy atractiva (figura 5)— conocida comúnmente como ‘gusano blanco del maguey’.

 
 

Como ya señalamos, en algunos códices de las culturas prehispánicas aparecen dibujadas mariposas. A estos animales se les atribuían poderes mágicos y eran utilizados para fines muy diversos como predecir el clima, la boda de las mujeres jóvenes de las casas, etc.; fueron, incluso, consideradas el alma de la naturaleza. Están presentes en leyendas de diferentes pueblos antiguos, como el caso de los navajos. Una de las leyendas de este pueblo nos habla de los ‘héroes gemelos’, quienes realizaron diversas proezas y muchas veces fueron ayudados por ‘gusanos medidores’ (familia Geometridae) en la construcción de puentes que les permitieron cruzar cañones o ríos para llegar a donde se les necesitaba. Los navajos consideraban a las larvas de los esfíngidos como guardianes del tabaco y usaban el líquido que éstas regurgitan en la preparación de un remedio usado para aliviar los malestares producidos por fumar en exceso.

Se puede apreciar, en forma reiterada, la presencia de mariposas en  novelas, cuentos y poesías como: Tragedy of the night moth (Thomas Carlyle), Ode to an insect (Anacron), Moth song (Ellen Mackay Hutchinson), Transformation (Henry Brooke), entre muchas otras.

Algunas personas consideran el proceso de metamorfosis como uno de los más grandes misterios de la naturaleza y creen que las mariposas y polillas no pueden llevarlo a cabo sin ayuda divina, por eso los consideran no sólo animales bellos, sino mágicos y celestiales.

 
Figura 4. Acercamiento a las escamas del ala de una mariposa nocturna. Tomada de Dunn, 1992.
 

En algunas culturas los lepidópteros simbolizan a brujas y hadas, en otras son consideradas el alma de las brujas. La simbología se establece al relacionar la habilidad de estos animales y de las brujas para cambiar de forma. Los serbios creen que el alma de una bruja, en forma de mariposa, trata de encontrar su cuerpo. Si los humanos lo encuentran primero y lo voltean, la bruja no podrá encontrar la boca para entrar, lo que causará su muerte, aunque la mariposa seguirá su vida animal. Posiblemente, este concepto del alma explica por qué en muchas pinturas medievales los ángeles tienen alas de mariposa, en vez de ave.

 

 
Polilla de la especie Sabuloides ornatissima de la familia Geometridae, que se caracteriza por presentar un órgano timpánico en el primer segmento del abdomen, el cual sirve para localizar y evitar a sus depredadores.

 

Por qué son ‘buenas’ las polillas
Ahora hablaremos de algunos aspectos poco conocidos de las polillas.

Son excelentes polinizadoras de las las plantas que tienen flores que sólo abren de noche o que liberan su aroma en la noche y, por lo tanto, atraen a animales de hábitos nocturnos. Estas plantas, sin ellas, no podrían reproducirse.

Las polillas conocidas como ‘mariposas halcón’ son excelentes polinizadoras; pertenecen a la familia de los esfíngidos y deben su nombre común a que vuelan muy rápido. Los esfíngidos poseen una espiritrompa muy larga —que puede alcanzar hasta 30 cm— que les permite llegar a la parte más profunda de las flores para tomar el néctar y, al mismo tiempo, polinizarlas.

Las polillas son, frecuentemente, alimento para otros animales nocturnos, como búhos, murciélagos insectívoros, mamíferos pequeños, etc. Como puede comprenderse, su papel en la cadena trófica es muy importante, como el de cualquier otro organismo vivo. Al mismo tiempo que son alimento, también son consumidores de plantas —de las cuales se alimentan en estado larvario— que muchas veces son malas hierbas que invaden cosechas y jardines.

Conclusiones
Las polillas, al igual que las mariposas, son simplemente insectos que forman parte de los seres vivos del planeta y, por lo tanto, de la trama biológica que nos relaciona a todos. Sobre ellas se han tejido mitos e historias que seguirán pasando de generación en generación y, posiblemente, se crearán otros más, pero sólo serán eso, mitos. No hay por qué temer a estos animales que si bien tienen algunas características que no son agradables para muchas personas, eso no quiere decir que sean ‘malas’, simplemente es la forma que evolutivamente han ido adquiriendo para adaptarse a los diversos ecosistemas que habitan.

 


Bibliografía

BORROR, D., J., C. A. Triplehorn y N. F. Johnson. 1992. An introduction to the study of insects. 6a. Ed. Harcourt Brace College Publishers. New York. 875 pp.

DUNN, G. 1992. Descubre mariposas. Publication International, U.S.A./México. 44 PP.

WHALLEY, P. 1988. Buttelfy and moth. Eyewitness Books Series. Alfred A. Knopf. New York. 64 pp.

WILSON, J., 1991. North American butterflies. The National Audubon Society Collection Nature Series. New York. 80 pp.
 

 

Fuente:

http://www.correodelmaestro.com/anteriores/2001/octubre/4anteaula65.htm

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